Orar en la palabra de Dios


En el marco del año de la oración propuesto por el Papa Francisco, Mons. Miguel Ángel Cabello, obispo de Concepción, sostuvo que la palabra de Dios en la oración se convierte, transforma y compromete en el servicio en la construcción de una sociedad mejor. Por eso, si un católico dice que ama a Dios, pero no ama a su semejante y cae en la corrupción, “Dios mismo le dirá: ¡Qué mentiroso sos!”.

Mons. Cabello, hizo un llamado a contemplar a Cristo en la oración y descubrirlo especialmente, en los pobres y marginados, señalando la urgente necesidad de empatía y solidaridad en la sociedad paraguaya. La auténtica contemplación –dijo– de ninguna manera es ‘‘evasora’’ de la realidad, es un acto, es acción.

Esto, durante la homilía de la misa del cuarto día del Novenario en honor a la Virgen de Caacupé, que tuvo como tema central: Orar en la palabra de Dios.

El eclesiástico instó a profundizar en la oración como respuesta a la palabra de Dios, destacando la importancia de la transformación personal ‘‘al darme cuenta de mis faltas me impulsarán a cambiar, a mejorar al reconocer que ‘‘estoy atado por el rencor, el odio, la envidia’’.

La palabra de Dios puede ayudar a reconocer que uno es deshonesto, ladrón, corrupto y como respuesta hay que cambiar de vida a respetar los bienes de mi semejante, de la comunidad, del país; a devolver lo robado, a restituir de alguna manera a quien he perjudicado’’.

Sobre cómo orar, el obispo señaló muchas formas de oración. A veces hacemos una oración recitada, de forma personal o comunitaria, especialmente en los rosarios en familia o en grupos. Otras veces una oración mental, en silencio, ya en el templo, en el trabajo o en la casa. Algunos hacen oración contemplando la naturaleza, porque ella también nos habla de la grandeza y bondad de Dios, su creador. La oración cotidiana con la Biblia.

En la contemplación, el obispo destacó la importancia de ver a Cristo en los indígenas que son pisoteados en sus derechos humanos y desalojados violentamente de sus tierras.

Asimismo, resaltó la necesidad de reconocer la presencia de Cristo en los campesinos abandonados a su suerte, forzados a dejar el campo y vivir en condiciones precarias en la ciudad.

‘‘Si contemplamos de verdad a Cristo’’, afirmó Mons. Cabello, podremos reconocerlo también en ‘‘situaciones dolorosas’’ como el maltrato a las mujeres, las víctimas de abuso y violación, los niños desprovistos de educación, salud y un hogar cálido. Además, podremos ‘‘descubrir a Cristo’’ en aquellos sin empleo, jóvenes sin oportunidades de estudios y trabajo, así como en los enfermos y ancianos’’.

Fe y diálogo.
El obispo subrayó que la falta de fe en Dios y la ausencia de diálogo con él contribuyen a problemáticas sociales como la violencia en los hogares, la corrupción en las instituciones, la delincuencia en las calles y la búsqueda desmedida de riqueza a cualquier costo. Además, resaltó que la oración mal orientada y sin un propósito transformador también puede ser parte del problema. Cabello recordó a los cristianos que deben procurar conseguir –si no tienen– una Biblia cuanto antes y orar con ella y no tenerla como adorno.