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Biografía
El primer milagro del Padre Hurtado
PADRE ALBERTO HURTADO
Apóstol de Jesucristo,
servidor de los pobres,
amigo de los niños
y maestro de juventudes,
bendecimos a nuestro Dios
por tu paso entre nosotros.
Tú supiste amar y servir.
Tú fuiste profeta de la justicia
y refugio de los más desamparados.
Tú construiste con amor
un hogar para acoger a Cristo.
Como un verdadero padre,
tú nos llamas a vivir la fe
comprometida, consecuente y solidaria.
Tú nos guías con entusiasmo
en el seguimiento del Maestro.
Tú nos conduces al Salvador
que nuestro mundo necesita.
Haznos vivir siempre contentos
aun en medio de las dificultades.
Haz que sepamos vencer el egoísmo
y entregar nuestra vida a los hermanos.
PADRE HURTADO,
HIJO DE MARÍA Y DE LA IGLESIA,
AMIGO DE DIOS Y DE LOS HOMBRES,
RUEGA POR TODOS NOSOTROS.
Amén.
San Alberto Hurtado
amigo de los niños y de los pobres,
de los enfermos y desamparados.
Tú que conociste el dolor
y la enfermedad,
que supiste del desprecio
y la persecución
ayúdame a dar sentido
a mi padecimiento
y acercar mi pasión
a la Pasión salvadora
de nuestro Señor Jesucristo
Porque “Si sufrimos pacientemente
con Él, también reinaremos con Él”.
Dame fortaleza y esperanza
para aceptar la enfermedad
y conocer el triunfo
de la Resurrección.
Intercede por mí
ante nuestro Padre Dios,
para que me sane de mi enfermedad
si es su voluntad.
Amén
¡Madre mía querida y muy querida!
Ahora que ves en tus brazos a ese bello Niño
no te olvides de este siervo tuyo,
aunque sea por compasión mírame;
ya sé que te cuesta apartar los ojos de Jesús
para ponerlos en mis miserias,
pero, madre, si tú no me miras,
¿cómo se disiparán mis penas?
Si tú no te vuelves hacia mi rincón,
¿quien se acordará de mí?
Si tú no me miras,
Jesús que tiene sus ojitos clavados en los tuyos, no me mirará.
Si tú me miras, El seguirá tu mirada y me verá
y entonces con que le digas
“¡Pobrecito! necesita nuestra ayuda”;
Jesús me atraerá a sí y me bendecirá
y lo amaré y me dará fuerza y alegría,
confianza y desprendimiento.
Me llenará de su amor y de tu amor
y trabajaré mucho por El y por Ti,
haré que todos te amen
y amándote se salvarán.
¡Madre! ¡Y solo con que me mires!
San Alberto Hurtado,
amigo de los patroncitos
de los que no tienen casa
y sienten hambre y frío.
Les diste el Hogar de Cristo,
les regalaste tu abrigo,
los quisiste como hermanos,
los trataste con cariño.
Nos enseñaste a ayudar
a hacer la vida más buena…
Eso es solidaridad,
y hay que dar hasta que duela.
Amén
“No cuesta nada pero vale mucho.
Enriquece al que la recibe,
Sin empobrecer al que la da”.
“Se realiza en un instante,
y su memoria perdura para siempre”.
“Nadie es tan rico
que pueda prescindir de ella,
ni tan pobre que no pueda darla”.
“Y, con todo, no puede ser comprobada,
mendigada, robada,
porque no existe hasta que se da”.
“Y si en el momento de comprar,
el vendedor está tan cansado
que no puede sonreír,
¿quieres tu darle una sonrisa?”.
“Porque nadie necesita tanto una sonrisa
como los que no tienen una
para dar a los demás”.
Amén.
Fuente: padrealbertohurtado.cl
Ilustraciones: Aciprensa