Señor, haz que mi fe sea LIBRE, es decir, que parta de mi adhesión personal, que acepte las renuncias y los riesgos que trae consigo, manifestando así lo más íntimo de mi personalidad. Señor, yo creo en Ti.
Señor, haz que mi fe sea CIERTA, cierta por una congruencia exterior de pruebas y por un testimonio interior del Espíritu Santo, cierta por su luz que asegura por sus frutos pacificantes, por contener una connaturalidad que serena.
Señor, haz que mi fe sea FUERTE, que no tema las dificultades de los problemas, que llenan la experiencia de nuestra vida, necesitada de luz; que no tema la oposición de quienes la discuten, la impugnan, la rechazan, la niegan; sino que se consolide en la íntima prueba de tu verdad. Y que de tal modo resista la acometida de la crítica, que se consolide en la afirmación continua y que supere las dificultades dialécticas y espirituales, en las que se desarrolla nuestra existencia temporal.
Señor, haz que mi fe sea GOZOSA y dé paz y alegría a mi espíritu y lo capacite para la oración con Dios y para el trato con los hombres; de tal manera que irradie, en su diálogo sagrado y profano, la felicidad interna de su gozosa posesión.
Señor, haz que fe sea ACTIVA y dé a la caridad las razones de su expansión exterior, de tal modo, que constituya una verdadera amistad contigo. Que me haga ser tuyo, en las obras, en los sufrimientos, y en la espera de la revelación final. Que sea una búsqueda continua, un testimonio continuo, y una continua esperanza.
Señor, haz que mi fe sea HUMILDE y no presuma fundarse en la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al testimonio del Espíritu Santo. Y no tenga otra garantía mejor, que la docilidad a la Tradición y a la autoridad del Magisterio de la santa Iglesia.
Amén.