SANTÍSIMA TRINIDAD
Santa Trinidad. Antonio de Pereda
Museo de Artes, Budapest
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Jamás la majestad del Espíritu Santo ha estado separada de la omnipotencia del Padre y del Hijo; todo lo que hace el gobierno divino para administrar el universo, procede de la Providencia de toda la Trinidad. En ella no hay mas que una misma bondad de misericordia, una misma severidad en la justicia. Nada que este dividido en la acción o nada que difiera en la voluntad. Lo que el Padre ilumina, el Hijo lo ilumina y el Espíritu Santo lo ilumina también.
Sermón 75, sobre Pentecostés
GLORIA AL PADRE
Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.
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SÍMBOLO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador de cielo y tierra, de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
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SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES
SÍMBOLO DE LOS APÓSTOLES
Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor; que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo; la Santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos y la vida eterna.
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GLORIA A DIOS
GLORIA A DIOS
Gloria a Dios en el Cielo
y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria
te alabamos,
te bendecimos,
te adoramos,
te glorificamos,
te damos gracias.
Señor Dios, Rey celestial,
Dios Padre todopoderoso.
Señor Hijo único, Jesucristo,
Señor Dios, Cordero de Dios,
Hijo del Padre:
tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros;
tú que quitas el pecado del mundo,
atiende nuestra súplica;
tú que estás sentado a la derecha del Padre,
ten piedad de nosotros:
porque sólo tú eres Santo,
sólo tú Señor,
sólo tú Altísimo, Jesucristo
con el Espíritu Santo
en la gloria de Dios Padre.
Amén.
1. El Gloria se recitaba ya en los primeros siglos del cristianismo, acaso basado en el mandato del Cristo: "Bautizad en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Fue fórmula de profesión de fe contra las herejías de Arrio (negaba la divinidad del Hijo) y de Macedonio (negaba la divinidad del Espíritu Santo). Cf. Jesús Azcarate Fajarnés, Breve explicación de las oraciones vocales. Palabra, Madrid, 1993.
2. Este antiguo himno de alabanza a la Trinidad fue compuesto en el siglo II y toma su frase inicial del evangelio de San Lucas (2:14), cuando los ángeles anuncian a los pastores el nacimiento de Cristo. Lo recomendaban como oración diaria matutina. Para el siglo V ya formaba parte de la misa. Se reza en los domingos y fiestas solemnes
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ORACIÓN DE LA
BEATA ISABEL DE LA TRINIDAD
BEATA ISABEL DE LA TRINIDAD
¡Oh Dios mío, trinidad adorable, ayúdame a olvidarme por entero para establecerme en ti!
¡Oh mi Cristo amado, crucificado por amor! Siento mi impotencia y te pido que me revistas de ti mismo, que identifiques mi alma con todos lo movimientos de tu alma; que me sustituyas, para que mi vida no sea más que una irradiación de tu propia vida. Ven a mí como adorador, como reparador y como salvador...
¡Oh fuego consumidor, Espíritu de amor! Ven a mí, para que se haga en mi alma una como encarnación del Verbo; que yo sea para él una humanidad sobreañadida en la que él renueve todo su misterio.
Y tú, ¡oh Padre!, inclínate sobre tu criatura; no veas en ella más que a tu amado en el que has puesto todas tus complacencias.
¡Oh mis tres, mi todo, mi dicha, soledad infinita, inmensidad en que me pierdo! Me entrego a vos como una presa; sepultaos en mi para que yo me sepulte en vos, en espera de ir a contemplar en vuestra luz el abismo de vuestras grandezas.
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ORACIÓN DE
SANTA CATALINA DE SIENA
ORACIÓN DE
SANTA CATALINA DE SIENA
¡Oh Trinidad eterna! Tú eres un mar sin fondo en el que, cuanto más me hundo, más te encuentro; y cuanto más te encuentro, más te busco todavía. De ti jamás se puede decir: ¡basta! El alma que se sacia en tus profundidades, te desea sin cesar, porque siempre está hambrienta de ti, Trinidad eterna; siempre está deseosa de ver tu luz en tu luz. Como el ciervo suspira por el agua viva de las fuentes, así mi alma ansía salir de la prisión tenebrosa del cuerpo, para verte de verdad...
¿Podrás darme algo más que darte a ti mismo? Tú eres el fuego que siempre arde, sin consumirse jamás. Tú eres el fuego que consume en sí todo amor propio del alma; tú eres la luz por encima de toda luz...
Tú eres el vestido que cubre toda desnudez, el alimento que alegra con su dulzura a todos los que tienen hambre. ¡Pues tú eres dulce, sin nada de amargor!
¡Revísteme, Trinidad eterna, revísteme de ti misma para que pase esta vida mortal en la verdadera obediencia y en la luz de la fe santísima, con la que tú has embriagado a mi alma!
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ORACIÓN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
ORACIÓN DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.
Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres altísimo.
Tú eres rey omnipotente, tú eres Padre santo, Rey del cielo y de la tierra.
Tú eres trino y uno, Señor Dios, todo bien.
Tú eres el bien, todo bien, sumo bien, Señor Dios, vivo y verdadero.
Tú eres caridad y amor, tú eres sabiduría.
Tú eres humildad, tú eres paciencia, tú eres seguridad.
Tú eres quietud, tú eres gozo y alegría.
Tú eres justicia y templanza.
Tú eres todas nuestras riquezas a satisfacción.
Tú eres hermosura, tú eres mansedumbre.
Tú eres protector, tú eres custodio y defensor.
Tú eres fortaleza, tú eres refrigerio.
Tú eres esperanza nuestra, tú eres fe nuestra.
Tú eres la gran dulzura nuestra.
Tú eres la vida eterna nuestra, grande y admirable Señor, Dios omnipotente, misericordioso salvador.
1. Isabel Catez Rolland nació en Bourges, Francia, el 18-7-1880. El 2 de enero de 1901, a los 21 años de edad, ingresó en el convento carmelitano de Dijón, con el nombre de Sor Isabel de la Trinidad y con el propósito de ser "Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad" y crecer de día en día "en la carrera del amor a los Tres". Falleció el l 9-11-1906 a causa de una úlcera de estómago. Fue beatificada por Juan Pablo II el 25-11-1984. "La Trinidad: aquí está nuestra morada, nuestro hogar, la casa paterna de la que jamás debemos salir... Me parece que he encontrado mi cielo en la tierra, puesto que el cielo es Dios y Dios está en mi alma. El día que comprendí eso todo se iluminó para mí." Su fiesta se celebra el 8 de noviembre
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3. ORACIONES VARIAS
ORACIÓN MAS ANTIGUA
EN LENGUA CASTELLANA
EN LENGUA CASTELLANA
Con la ayuda de Nuestro Dueño Cristo, Dueño Salvador el cual Dueño está en la gloria y Dueño que tiene el mando con el Padre, con el Espíritu Santo en los siglos de los siglos.
Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén.
ORACIÓN DE ROMANO GUARDINI
En Cristo se nos ha abierto la hondura de la vida escondida de Dios. Su naturaleza, palabra y obra tan llenas de la realidad de lo sagrado. Pero de ella brotan figuras vivas: el Padre, en su omnipotencia y bondad; el Hijo, en su verdad y amor redentor , y entre ellos, el desprendido, el creador, el Espíritu.
Es un misterio que supera todo sentido; y hay gran peligro de escandalizarse de él. Pero yo no quiero un Dios que se ajuste a las medidas de mi pensamiento y esté formado a mi imagen. Quiero el auténtico, aunque sé que desborda mi intelectual capacidad. Por eso, ¡oh Dios vivo!, creo en tu misterio, y Cristo, que no puede mentir, es su fiador.
Cuando anhelo la intimidad de la compañía, tengo que ir a los demás hombres; y por más honda que sea la ligazón y más hondo que sea el amor, seguimos, sin embargo, separados. Pero tú encuentras tu propio «tú» en ti mismo. En tu misma hondura desarrollas el diálogo eterno. En tu misma riqueza tiene lugar el perpetuo regalo y recepción del amor.
Creo, ¡oh Dios!, en tu vida una y trina. Por ti creo en ella, pues ese misterio cobija tu verdad. En cuanto se abandona, tu imagen se desvanece en el mundo. Pero también, ¡oh Dios!, creo en ella por nosotros, porque la paz de tu eterna vida tiene que llegar a ser nuestra patria. Nosotros somos tus hijos, ¡oh Padre!; tus hermanos y hermanas, Hijo de Dios, Jesucristo, y tú, Espíritu Santo, eres nuestro amigo y maestro.
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ORACIÓN A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
DE JUAN PABLO II
DE JUAN PABLO II
1. Bendito seas, Padre, que en tu infinito amor nos has dado a tu Unigénito Hijo, hecho carne por obra del Espíritu Santo en el seno purísimo de la Virgen María, y nacido en Belén hace ahora dos mil años.
Él se ha hecho nuestro compañero de viaje y ha dado nuevo significado a la historia, que es un camino hecho juntos, en el trabajo y en el sufrimiento, en la fidelidad y en el amor, hacia aquellos cielos nuevos y hacia aquella tierra nueva, en la que Tú, vencida la muerte, serás todo en todos.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo Dios!
2. Haz, Padre, que por tu gracia el Año jubilar sea un tiempo de conversión profunda y de alegre retorno a Ti; concédenos que sea un tiempo de reconciliación entre los hombres y de redescubierta concordia entre las naciones; tiempo en el que las lanzas se truequen en hoces, y al fragor de las armas sucedan cantos de paz. Concédenos, Padre, vivir el Año jubilar dóciles a la voz del Espíritu, fieles en el seguimiento de Cristo, asiduos en la escucha de la Palabra y en la asiduidad a las fuentes de la gracia.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo Dios!
3. Sostén, Padre, con la fuerza del Espíritu, el empeño de la Iglesia en favor de la nueva evangelización y guía nuestros pasos por los caminos del mundo para anunciar a Cristo con la vida, orientando nuestra peregrinación terrena hacia la Ciudad de la luz. Haz, Padre, que brillen los discípulos de tu Hijo por su amor hacia los pobres y oprimidos; que sean solidarios con los necesitados, y generosos en las obras de misericordia, e indulgentes con los hermanos para obtener ellos mismos de Ti indulgencia y perdón.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo Dios!
4. Haz, Padre, que los discípulos de tu Hijo, purificada la memoria y reconocidas las propias culpas, sean una sola cosa, de suerte que el mundo crea. Otorga que se dilate el diálogo entre los seguidores de las grandes religiones, de suerte que todos los hombres descubran la alegría de ser tus hijos.
Haz que a la voz suplicante de María, Madre de las gentes, se unan las voces orantes de los apóstoles y de los mártires cristianos, de los justos de todo pueblo y de todo tiempo, para que el Año Santo sea para todos y para la Iglesia, motivo de renovada esperanza y de júbilo en el Espíritu.
¡Alabanza y gloria a Ti, Trinidad Santísima, único y sumo Dios!
5. ¡A Ti, Padre omnipotente, origen del cosmos y del hombre, por Cristo, el Viviente, Señor del tiempo y de la historia, en el Espíritu que santifica el universo, la alabanza, el honor, la gloria, hoy y en los siglos sin fin. Amén!
(De Juan Pablo II, para el Jubileo 2000)
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ACTOS DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD
Dios mío, creo firmemente cuanto tú, verdad infalible, has revelado y la santa Iglesia nos propone para creer. Y expresamente creo en ti, único verdadero Dios, en tres personas iguales y distintas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; y en tu Hijo, encarnado y muerto por nosotros, Jesucristo, el cual dará a cada uno, según sus méritos, el premio o la pena eterna. Conforme a esta fe quiero vivir siempre. Señor, aumenta mi fe.
Dios mío, espero de tu bondad, por tus promesas y por los méritos de Jesucristo, nuestro Salvador, la vida eterna y las gracias necesarias para merecerla con las buenas obras que debo y quiero hacer. Señor, no quede yo confundido eternamente.
Dios mío, te amo con todo mi corazón, sobre todas las cosas, a ti, bien infinito y mi eterna felicidad; y por amor tuyo amo a mi prójimo como a mí mismo y perdono las ofensas recibidas. Señor, haz que yo te ame cada día más.
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
0h beatísima Trinidad!, os doy palabra de procurar con todo esfuerzo y empeño salvar mi alma, ya que la creasteis a vuestra imagen y semejanza y para el cielo. Y también por amor vuestro procuraré salvar las almas de mis prójimos.
Para salvar mi alma y daros gloria y alabanza, sé que he de guardar la divina ley. Os doy palabra de guardarla como la niña de mis ojos, y también procuraré que los demás la guarden.
Aquí, en la tierra, me ejercitaré en alabaros, y espero que después lo haré con más perfección en el cielo; y por esto, con frecuencia rezaré el Trisagio y el verso: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, Y también procuraré que los demás os alaben. Amén.
V. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo.
R. Alabémosle y ensalcémosle en todos los siglos.
Omnipotente y sempiterno Dios, que concediste a tus siervos el conocer la gloria de tu eterna Trinidad en la confesión de la verdadera fe y el adorar la Unidad en tu augusta Majestad; Te rogamos, Señor, que por la fuerza de esa misma fe nos veamos siempre libres de todas las adversidades. Por Cristo, Señor nuestro. Amén
1. Se trata efectivamente del primer texto conservado escrito en español, obra de un copista anónimo del monasterio de San Millán de la Cogolla en el siglo X
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La Santísima Trinidad
La Santísima Trinidad es el misterio de un sólo Dios en tres personas. El hombre debe inclinarse con respeto ante ese misterio sublime y creerlo sin procurar profundizarlo, porque se halla por encima de la luz de su razón.< La Santísima Trinidad es el misterio fundamental de nuestra religión. En su nombre hemos sido bautizados.
La señal de la cruz nos la recuerda, y el sacerdote, en el altar, la invoca para terminar todas sus oraciones. En su nombre somos absueltos en el tribunal de la penitencia, y en su nombre, se renueva todos los días, en nuestros altares, el sacrificio del Calvario. La Santísima Trinidad es, además, prenda de nuestra felicidad eterna: Dios mismo será nuestra recompensa si hemos guardado su ley.
Santo, Santo, Santo, es el Señor, Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de su gloria. Os adoro, Dios tres veces santo, Padre, que nos habéis creado, Hijo que nos habéis, redimido con vuestra sanare, Espíritu Santo, que nos santificáis con las gracias que nos concedéis todos los días. Haced que guarde en mi alma vuestra semejanza o imagen, a fin de que, un día, me reconozcáis y reine con vos en la eternidad. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así sea. (Texto de una estampa religiosa de finales del siglo XIX)
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¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
La Iglesia nos sumerge en tu misterio;
te confesamos y te bendecimos,
Señor Dios nuestro.
Como un río en el mar de tu grandeza,
el tiempo desemboca en hoy eterno,
lo pequeño se anega en lo infinito,
Señor, Dios nuestro.
Oh, Palabra del Padre, te escuchamos;
oh, Padre, mira el rostro de tu Verbo;
oh, Espíritu de amor, ven a nosotros;
Señor, Dios nuestro.
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!,
haced de nuestros almas vuestro cielo,
llevadnos al hogar donde tú habitas,
Señor, Dios nuestro.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu:
Fuente de gozo pleno y verdadero,
al Creador del cielo y de la tierra,
Señor, Dios nuestro. Amén
(1ªs Vísperas de la Solemnidad de la Santísima Trinidad.)
A LA SANTÍSIMA TRINIDAD
Padrenuestro, un Avemría y un Gloria.
Oración.
Os adoro, oh Padre eterno, con toda la corte celestial, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias en nombre de la santísima Virgen, vuestra Hija muy amada, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquel poder con que la enaltecisteis en su gloriosa Asunción á los cielos.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Oración: Os adoro, oh eterno Hijo, con toda la corte celestial por mi Dios, Señor y Redentor, y os rindo gracias infinitas en nombre de la santísima Virgen, vuestra muy amada Madre, por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella suma sabiduría con que la ilustrasteis en su gloriosa Asunción al cielo.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Oración.
Os adoro, Espíritu Santo paráclito, por mi Dios y Señor, y os doy infinitas gracias con toda la corte celestial en nombre de la santísima Virgen, vuestra amántísima Esposa por todos los dones y privilegios con que la adornasteis, especialmente por aquella perfectísima y divina caridad con que inflamasteis su santísimo y purísimo corazón en el acto de su gloriosísima Asunción al cielo; y humildemente os suplico en nombre de vuestra inmaculada Esposa, me otorguéis la gracia de perdonarme todos los gravísimos pecados que he cometido desde el primer instante en que pude pecar; hasta el presente, de los cuales me duelo infinitamente, con propósito de morir antes que volver mas a ofender a vuestra divina Majestad; y por los altísimos méritos y eficacísima proteccion de vuestra amantísima Esposa os suplico me concedais á mí y a N. el preciosísimo don de vuestra gracia y divino amor, otorgándome aquellas luces y particulares auxilios con los cuales vuestra eterna Providencia ha predeterminado salvarme, y conducirme a sí.
Oración a la Santísima Virgen.
Os reconozco y os venero, oh Virgen santísima, Reina de los cielos, Señora y Patrona del universo, como a Hija del eterno Padre, Madre de su dilectísimo Hijo, y Esposa amantísima del Espíritu Santo; y postrado a los pies de vuestra gran Majestad con la mayor humildad os suplico por aquella divina caridad; de que fuisteis sumamente llena en vuestra Asunción al cielo, que me hagáis la singular gracia y misericordia de ponerme bajo vuestra segurísima y fidelísima protección, y de recibirme en el número de aquellos felicísimos y afortunados siervos que lleváis esculpidos en vuestro virginal pecho. Dignaos, oh Madre y Señora mía clementísima, aceptar mi miserable corazón, mi memoria, mi voluntad, y demás potencias y sentidos míos interiores y exteriores; aceptad mis ojos, mis oídos, mi boca, mis manos y mis pies, regidlos conforme al beneplácito de vuestro Hijo, a fin de que con todos sus movimientos tenga intención de tributaros gloria infinita. Y por aquella sabiduría con que os iluminó vuestro amantísimo Hijo, os ruego y suplico me alcancéis luz y claridad para conocerme bien a mí mismo, mi nada, y particularmente mis pecados, para odiarlos y detestarlos siempre, y alcanzadme además luz para conocer las asechanzas del enemigo infernal y sus combates ocultos y manifiestos. Especialmente, piadosísima Madre mía, os suplico la gracia… (mencionar)
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[Santísima Trinida de José Ribera]
Santísima Trinidad. 1635. José Ribera
Museo del Prado, Madrid.
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En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
R. Amén.
V. Señor ábreme los labios.
R. Y mi boca proclamará tu alabanza.
V. ¡Dios mío, ven en mi auxilio!
R. Señor, date prisa en socorrerme.
V. Gloria al Padre...
R. Como era en un principio...
DECENAS
Se procede del siguiente modo: en primer lugar, dicen todos la deprecación Santo Dios (Sanctus Deus); después, como de costumbre, alternan la oración dominical el sacerdote (o el que dirige el rezo de las oraciones) y los demás; a continuación, se repiten nueve veces los versos siguientes, diciendo el sacerdote (o el que dirige el rezo de las Oraciones) A Ti la alabanza (Tibi Laus) y respondiendo todos Santo (Sanctus); al terminar se añade Gloria al Padre.
Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, ten misericordia de nosotros.
Padre nuestro...
V. A Ti la alabanza, a Ti la gloria, a Ti hemos de dar gracias por los siglos de los siglos, ¡oh Trinidad Beatísima!
R. Santo, Santo, Santo Señor Dios de los ejércitos. Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria.
V. Gloria al Padre...
R. Como era en un principio...
Las otras dos decenas se dicen del mismo modo, comenzando por las palabras Santo Dios, etc. Al terminar la última decena, todos dicen la siguiente:
A Ti Dios Padre no engendrado, a Ti Hijo unigénito, a Ti Espíritu Santo Paráclito, santa e indivisa Trinidad, con todas las fuerzas de nuestro corazón y de nuestra voz, te reconocemos, alabamos y bendecimos; gloria a Ti por los siglos de los siglos.
V. Bendigamos al Padre, y al Hijo, con el Espíritu Santo.
R. Alabémosle y ensalcémosle por todos los siglos.
ORACIÓN FINAL
Oh Dios todopoderoso y eterno, que con la luz de la verdadera fe diste a tus siervos conocer la gloria de la Trinidad eterna, y adorar la Unidad en el poder de tu majestad: haz, te suplicamos, que, por la firmeza de esa misma fe, seamos defendidos siempre de toda adversidad. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.
Terminada la oración, todos añaden: Líbranos, sálvanos, vivifícanos, ¡oh Trinidad Beatísima!
1. La fiesta de la Santísima Trinidad fue establecida para todo Occidente en el año 1134 por el papa Juan XII. Se celebra el domingo después de Pentecostés y el Trisagio (oración de adoración y alabanza) debe rezarse durante tres días, empezando en el viernes antes de esta fiesta para acabar en el domingo.
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1. A Ti, oh Dios, te alabamos; a Ti, Señor, te reconocemos.
2. A Ti, Eterno Padre, te venera toda la creación.
3. Los ángeles todos, los cielos y todas las potestades te honran.
4. Los querubines y serafines te cantan sin cesar:
5. Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios del Universo.
6. Los cielos y la tierra están llenos de la majestad de tu gloria.
7. A Ti te ensalza el glorioso coro de los Apóstoles,
8. A Ti te ensalza la multitud admirable de los Profetas,
9. A Ti te ensalza el blanco ejército de los Mártires.
10. A Ti la Iglesia Santa extendida por toda la tierra, te proclama:
11. Padre de inmensa majestad,
12. Hijo único y verdadero, digno de adoración,
13. Espíritu Santo Paráclito.
14. Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
15. Tú eres el Hijo único del Padre.
16. Tú, para liberar al hombre, aceptaste la condición humana, sin desdeñar el seno de la Virgen.
17. Tú, rotas las cadenas de la muerte, abriste a los creyentes el Reino del Cielo.
18. Tú te sientas a la derecha de Dios en la gloria del Padre.
19. Creemos que un día has de venir como Juez.
20. Te rogamos, pues, que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa Sangre.
21. Haz que en la gloria eterna nos asociemos a tus Santos.
22. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
23. Sé su Pastor y ensálzalo eternamente.
24.Día tras día te bendecimos.
25.Y alabamos tu Nombre para siempre, por eternidad de eternidades.
26. Dígnate, Señor, en este día guardarnos del pecado.
27. Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad de nosotros.
28. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de Ti.
29. En Ti, Señor, confié, no me vea defraudado para siempre.
V. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
R. Y digno de alabanza, y glorioso por lo siglos.
V. Bendigamos al Padre, y al Hijo con el Espíritu Santo.
R. Alabémosle y ensalcémosle sobre todas las cosas por los siglos.
V. Bendito eres Señor en lo más alto del cielo.
R. Y digno de alabanza, y glorioso y ensalzado por todos los siglos.
V. Bendice, alma mía, al Señor.
R. Y nunca olvides sus muchos beneficios.
V. Señor, escucha mi oración.
R.Y llegue a Ti mi clamor.
Los sacerdotes añaden:
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Oremos
Oh Dios, cuya misericordia es infinita e inagotable la bondad, damos gracias a tu divina Majestad, por los bienes que hemos recibido, implorando siempre tu clemencia, para que no abandonando a aquellos a quienes concedes lo que te piden, los dispongas para recibir las recompensas eternas.
Oh Dios, que has instruido los corazones de los fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos según el mismo Espíritu conocer las cosas rectas y gozar siempre de sus divinos consuelos.
Oh Dios, que no permites sea afligido en demasía cualquiera que en Ti espera, sino que atiendes piadoso a nuestras súplicas: te damos gracias por haber aceptado nuestras peticiones y votos, suplicándote piadosísimamente que merezcamos vernos libres de toda adversidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
R. Amén.
1. Se trata de un himno de alabanza compuesto en latín a comienzos del siglo V y atribuido a Nicetas de Remesiana y a San Ambrosio de Milán. Desde el siglo VI forma parte del Oficio Divino
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Antífona
Gloria a Ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre (T. P. Aleluya).
1. Todo el que quiera salvarse, es preciso ante todo que profese la fe católica:
2. Pues quien no la observe íntegra y sin tacha, sin duda alguna perecerá eternamente.
3. Y ésta es la fe católica: que veneremos a un solo Dios en la Trinidad Santísima y a la Trinidad en la unidad.
4. Sin confundir las personas, ni separar la substancia.
5. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo.
6. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son una sola divinidad, les corresponde igual gloria y majestad eterna.
7. Cual es el Padre, tal es el Hijo, tal el Espíritu Santo.
8. Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo.
9. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo.
10. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo.
11. Y sin embargo no son tres eternos, sino un solo eterno.
12. De la misma manera, no tres increados, ni tres inmensos, sino un increado y un inmenso.
13. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo.
14. Y, sin embargo, no tres omnipotentes, sino un omnipotente.
15. Del mismo modo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios.
16. Y, sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios.
17. Así el Padre es Señor, el Hijo es Señor, el Espíritu Santo es Señor.
18. Y, sin embargo, no son tres Señores, sino un solo Señor.
19. Porque así como la verdad cristiana nos obliga a creer que cada persona es Dios y Señor, la religión católica nos prohibe que hablemos de tres Dioses o Señores.
20. El Padre no ha sido hecho por nadie, ni creado, ni engendrado.
21. El Hijo procede solamente del Padre, no hecho, ni creado, sino engendrado.
22. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente.
23. Por tanto hay un solo Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos.
24. Y en esta Trinidad nada hay anterior o posterior, nada mayor o menor: pues las tres personas son coeternas e iguales entre sí.
25. De tal manera que, como ya se ha dicho antes, hemos de venerar la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad.
26. Por tanto, quien quiera salvarse es necesario que crea estas cosas sobre la Trinidad.
27. Pero para alcanzar la salvación eterna es preciso también creer firmemente en la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo.
28. La fe verdadera consiste en que creamos y confesemos que Nuestro Señor Jesucristo; Hijo de Dios, es Dios y Hombre.
29. Es Dios, engendrado de la misma substancia que el Padre, antes del tiempo; y hombre, engendrado de la substancia de su Madre Santísima en el tiempo.
30. Perfecto Dios y perfecto hombre: que subsiste con alma racional y carne humana.
31. Es igual al Padre según la divinidad; menor que el Padre según la humanidad.
32. El cual, aunque es Dios y hombre, no son dos cristos, sino un solo Cristo.
33. Uno, no por conversión de la divinidad en cuerpo, sino por asunción de la humanidad en Dios.
34. Uno absolutamente, no por confusión de substancia, sino en la unidad de la persona.
35. Pues como el alma racional y el cuerpo forman un hombre; así, Cristo es uno, siendo Dios y hombre.
36. Que padeció por nuestra salvación: descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos.
37. Subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso: desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
38. Y cuando venga, todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y cada uno rendirá cuentas de sus propios hechos.
39. Y los que hicieron el bien gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el mal irán al fuego eterno.
40. Esta es la fe católica, y quien no la crea fiel y firmemente
no se podrá salvar.
Gloria al Padre...
Ant. Gloria a Ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre (T. P. Aleluya).
V. Señor, escucha mi oración.
R.Y llegue a Ti mi clamor.
Los sacerdotes añaden:
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Oremos
Oh Dios todopoderoso y eterno, que con la luz de la verdadera fe diste a tus siervos conocer la gloria de la Trinidad eterna, y adorar la Unidad en el poder de tu majestad: haz, te suplicamos, que, por la firmeza de esa misma fe, seamos defendidos siempre de toda adversidad. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.
1. Atribuido a Atanasio de Alejandría (+373) se trata de un resumen de la doctrina cristiana centrado en el dogma de la Santísima Trinidad. Meditando en este símbolo Santa Teresa de Avila encontró ayuda para comprender este misterio: "Estando una vez rezando el Quicumque vult -escribe la santa-, se me dio a entender la manera de cómo era un solo Dios y tres personas tan claramente, que yo me espanté y me consolé mucho. Hízome tan grandisímo provecho para conocer más la grandeza de Dios y sus maravillas..." (Vida, 25, 39.
INDICE
V. Padre Eterno, omnipotente Dios:
R. Toda criatura te ame y glorifique.
V. Verbo divino, inmenso Dios.
R. Toda criatura...
-Espíritu Santo, infinito Dios, Santísima Trinidad y un solo Dios verdadero,
-Rey de los cielos, inmortal e invisible,
-Creador, conservador y gobernador de todo lo creado,
-Vida nuestra, en quien, de quien y por quien vivimos,
-Vida divina y una en tres personas,
-Cielo divino de celsitud majestuosa,
-Cielo supremo del Cielo, oculto a los hombres,
-Sol divino e increado,
-Círculo perfectísimo de capacidad infinita
-Manjar divino de los Angeles, Hermoso iris, arco de clemencia, Luz primera y triduana, que al mundo ilustras, Toda criatura te ame y glorifique.
-De todos los pecados y ocasión de culpa,
-De vuestra ira y enojo,
-De repentina y de improvisa muerte,
-De las asechanzas y cercanías del demonio,
-Del espíritu de deshonestidad y de sugestión,
-De la concupiscencia de la carne,
-De toda ira, odio y mala voluntad,
-De plagas de peste, hambre, guerra y terremoto,
-De tempestades en el mar o en la tierra,
-De los enemigos de la fe católica,
-De nuestros enemigos y sus maquinaciones,
-De la muerte eterna,
-Por vuestra unidad en Trinidad y Trinidad en unidad,
-Por la igualdad esencial de vuestras Personas,
-Por la alteza del misterio de vuestra Trinidad,
-Por el inefable nombre de vuestra Trinidad,
-Por lo portentoso de vuestro nombre, Uno y Trino,
-Por lo mucho que os agradan las almas que son devotas de vuestra Santísima Trinidad,
-Por el gran amor con que libras de males a los pueblos donde hay algún devoto de vuestra Trinidad amable,
-Por la virtud divina que en los devotos de vuestra Trinidad Santísima reconocen los demonios contra sí. De todo mal de alma y cuerpo, líbranos, Trino Señor.
-Que acertemos a resistir al demonio con las armas de la devoción a vuestra Trinidad,
-Que hermoseéis cada día más con los coloridos de vuestra gracia vuestra imagen, que está en nuestras almas,
-Que todos los fieles se esmeren en ser muy devotos de vuestra Santísima Trinidad,
-Que todos consigamos las muchas
felicidades que están vinculadas para los devotos de esa vuestra Trinidad inefable,
-Que al confesar nosotros el misterio de vuestra Trinidad se destruyan los errores de los infieles,
-Que todas las almas del purgatorio gocen mucho refrigerio en virtud del misterio de vuestra Trinidad,
-Que os digneis oírnos por vuestra piedad, Nosotros pecadores, te rogamos, óyenos.
Repetir 3 veces: Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal, líbranos, Señor, de todo mal.
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