Según las antiguas tradiciones que en Andalucía, había hace varios siglos un santo religioso carmelita que se dedicaba a hacer imágenes, y que mucho deseaba hacer una estatua lo más hermosa posible del Divino Niño Jesús. Y repetía una frase muy parecida a la de santa Teresa. Veante mis ojos, dulce Jesús bueno. Veante mis ojos. Muérame yo luego”. Y que tantas y tantas veces pidió a Nuestro señor la gracia de poder contemplar cómo era el rostro del Divino Niño, que un día vio que se le aprecia el Niño Jesús, sonriendo y bendiciéndolo. El santo religioso procuro grabar en su memoria lo mejor que pudo el rostro del Divino Niño y se dedicó luego a fabricar la estatua que le quedó hermosísima. Murió después muy contento de nuestro amable Redentor. Esta bella imagen fue obsequiada por los Carmelitas a una princesa que se dirigía a Checoslovaquia a casarse con el Príncipe de Praga en el año 1556, y allá la llevó ella. Y le colocó después los vestidos más lujosos de su hijito el pequeño Príncipe de Praga. Y allí empezó el Divino Niño a hacer maravillosos prodigios a quienes lo honraban y le tenían fe. Recordemos, lo que honramos con la devoción al Niño Jesús son sus años de infancia.
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Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los meritos de mi infancia y nada te será negado”. Lleno de confianza en Ti, ¡oh Jesús!, que eres la misma verdad, vengo a presentarte mis necesidades.
Ayúdame a llevar una auténtica vida cristiana, para conseguir una eternidad feliz. Por los méritos infinitos de tu encarnación y de tu infancia, concédeme la gracia que te estoy pidiendo (aquí se expresa el favor que se quiere alcanzar). Me entrego a ti, oh Niño Omnipotente, seguro de que escucharás mi súplica y me fortalecerás en la esperanza. Amén.
ORACIÓN REVELADA POR MARÍA SANTÍSIMA
Al V. P. Cirilo, Carmelita Descalzo
Al V. P. Cirilo, Carmelita Descalzo
Oh Divino Niño Jesús, yo recurro a Ti y te ruego por la intercesión de tu Santa Madre, me asistas en esta necesidad (se la puede manifestar), porque creo firmemente que tu Divinidad me puede socorrer. Espero con toda confianza obtener tu santa gracia. Te amo con todo el corazón y con todas las fuerzas de mi alma. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados, y te suplico, oh buen Jesús, me des fuerzas para triunfar. Propongo no ofenderte, y me ofrezco a Ti dispuesto a sufrir antes que hacerte sufrir.
De ahora en adelante, quiero servirte con toda fidelidad, y por tu amor, ¡oh Divino Niño!, amaré a mi prójimo como a mí mismo.
Niño omnipotente, Señor Jesús, nuevamente te suplico me asistas en esta circunstancia (se manifiesta).
Concédeme la gracia de poseerte, eternamente con María y José y adorarte con los ángeles de la Corte del Cielo. Amén.