2.-HISTORIA DE LA DEVOCION AL NIÑO JESUS DE PRAGA





Según las antiguas tradiciones que en Andalucía, había hace varios siglos un santo religioso carmelita que se dedicaba a hacer imágenes, y que mucho deseaba hacer una estatua lo más hermosa posible del Divino Niño Jesús. Y repetía una frase muy parecida a la de santa Teresa. Veante mis ojos, dulce Jesús bueno. Veante mis ojos. Muérame yo luego”.

Y que tantas y tantas veces pidió a Nuestro señor la gracia de poder contemplar cómo era el rostro del Divino Niño, que un día vio que se le aprecia el Niño Jesús, sonriendo y bendiciéndolo. El santo religioso procuro grabar en su memoria lo mejor que pudo el rostro del Divino Niño y se dedicó luego a fabricar la estatua que le quedó hermosísima. Murió después muy contento de nuestro amable Redentor.

Esta bella imagen fue obsequiada por los Carmelitas a una princesa que se dirigía a Checoslovaquia a casarse con el Príncipe de Praga en el año 1556, y allá la llevó ella. Y le colocó después los vestidos más lujosos de su hijito el pequeño Príncipe de Praga. Y allí empezó el Divino Niño a hacer maravillosos prodigios a quienes lo honraban y le tenían fe. Recordemos, lo que honramos con la devoción al Niño Jesús son sus años de infancia.




Sus primeros 12 años de existencia en esta tierra. Las imágenes no hacen milagros, porque son seres muertos. Pero la imagen nos recuerda al Jesús que esta en el cielo, y al El es a quien honramos con esta devoción). La princesa de Praga dejo al morir su bella estatua del Niño Jesús a los Padres Carmelitas recomendándoles mucho que honraran al Divino Niño porque ella había notado que las personas que le rezaban al Niño Jesús obtenían favores muy especiales.
Entonces un Padre Carmelita, el P. Cirilo de la Madre de Dios, se propuso a honrar al Niño Jesús, y los prodigios comenzaron a multiplicarse.



Su convento que estaba en ruinas empezó a recibir ayudas inesperadas. Una familia que se dedico a honrar y hacer honrar por otros al Niño Jesús, recibió tantos favores y se les alejaron tantos problemas que no se cansaba de narrarlos a todos lo que trataban con ellos. La ciudad de Praga rodeada por miles y miles de protestantes que deseaban destruirla se vio libre de una manera prodigiosa, después de haberle prometido al Niño Jesús hacerle un gran templo. Y así la devoción al Divino Niño Jesús se hizo sumamente popular y las gentes obtenían formidables ayudas del cielo al pedirlas por los méritos de la infancia de Jesús. La paz renacía en los hogares desunidos. Los hijos perdidos volvieron a sus hogares. Los negocios que iban hacia el fracaso volvían a la prosperidad. Los pecadores sumidos en los vicios dejaban su vida de pecado y empezaban hacer buenos… Y por todas partes la gente entusiasmada narraba favores y más favores del Divino Niño, porque Jesús dijo: “Todo el que pide recibe”. Y el Niño Jesús apareciéndose en una visión al Padre Cirilo le dijo: “si me honráis, yo os honraré. Si sois generosos conmigo, yo seré generoso con vosotros”.


ORACIÓN AL NIÑO JESÚS
Acuérdate, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijiste a la Venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos tus devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los meritos de mi infancia y nada te será negado”. Lleno de confianza en Ti, ¡oh Jesús!, que eres la misma verdad, vengo a presentarte mis necesidades.
Ayúdame a llevar una auténtica vida cristiana, para conseguir una eternidad feliz. Por los méritos infinitos de tu encarnación y de tu infancia, concédeme la gracia que te estoy pidiendo (aquí se expresa el favor que se quiere alcanzar). Me entrego a ti, oh Niño Omnipotente, seguro de que escucharás mi súplica y me fortalecerás en la esperanza. Amén.


ORACIÓN REVELADA POR MARÍA SANTÍSIMA
Al V. P. Cirilo, Carmelita Descalzo

Oh Divino Niño Jesús, yo recurro a Ti y te ruego por la intercesión de tu Santa Madre, me asistas en esta necesidad (se la puede manifestar), porque creo firmemente que tu Divinidad me puede socorrer. Espero con toda confianza obtener tu santa gracia. Te amo con todo el corazón y con todas las fuerzas de mi alma. Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados, y te suplico, oh buen Jesús, me des fuerzas para triunfar. Propongo no ofenderte, y me ofrezco a Ti dispuesto a sufrir antes que hacerte sufrir.
De ahora en adelante, quiero servirte con toda fidelidad, y por tu amor, ¡oh Divino Niño!, amaré a mi prójimo como a mí mismo.
Niño omnipotente, Señor Jesús, nuevamente te suplico me asistas en esta circunstancia (se manifiesta).
Concédeme la gracia de poseerte, eternamente con María y José y adorarte con los ángeles de la Corte del Cielo. Amén.