Samuel, el niño

Cuando Dios te llama por tu nombre




Tema: Contestando la llamada de Dios (2do Domingo después de Epifanía)
Objetos: Una etiqueta de identificación
Escritura: "El Señor llamó a Samuel, y éste respondió: 'Aquí estoy' " (1 Samuel 3:4 – NVI).

¿Crees que Dios sabe tu nombre? Estoy seguro que sí. Los nombres son muy importantes para Dios. De hecho, puedo pensar en las varias ocasiones en la Biblia en que Dios llamó a alguien por su nombre.

Un día, Moisés vio una zarza ardiente y fue a ver qué era. Dios le llamó desde dentro de la zarza: "¡Moisés! ¡Moisés! Y Moisés contestó: "Heme aquí" (Éxodo 3:4).

En otra ocasión, cuando Jesús estaba caminando por las calles de Jericó, se paró y miró hacia un árbol. "Zaqueo, baja ahora mismo. Voy a ir a tu casa hoy". Cuando Jesús le llamó, Zaqueo bajó (Lucas 19:5).

Antes de que el Apóstol Pablo se convirtiera en un seguidor de Cristo, su nombre era Saúl. Yendo hacia Damasco a perseguir a los cristianos, una luz brillante resplandeció a su alrededor. Cayó al piso y escuchó una voz del cielo diciéndole: "Saúl, Saúl, ¿porqué me persigues?" Saúl contestó: "¿Quién eres tú, Señor?" (Hechos 9:1-5).

Una de mis historias favoritas de la Biblia es la historia de un niño llamado Samuel. Puede ser que te acuerdes que la mamá de Samuel era una mujer llamada Ana. Ella deseaba, más que nada, un hijo, así que oraba y le pedía a Dios que le diera uno. Ana le prometió a Dios que si le daba un hijo, ella se lo daría al Señor para que le sirviera todos los días de su vida. Dios le dio a Ana el hijo que pidió y ella cumplió la promesa hecha a Dios. Cuando el niño fue suficiente grande, ella lo llevó al templo y se lo presentó a Elí el sacerdote. Así que Samuel sirvió en el templo bajo el cuidado de Elí.

Una noche Samuel estaba durmiendo cuando escuchó que alguien lo llamaba. Se levantó y corrió a donde Elí. "Aquí estoy; me llamaste" le dijo a Elí.

"No te llamé" dijo Elí, "regresa a la cama". Samuel fue a acostarse.

Nuevamente el Señor llamó: "¡Samuel!" Samuel saltó de la cama y fue donde Elí.

"Aquí estoy; me llamaste".

"No te llamé, regresa a la cama", le dijo Elí por segunda vez.

Por tercera vez Dios llamó a Samuel y éste se levantó y fue a Elí. "Aquí estoy; me llamaste", dijo.

Al fin Elí se percató que era Dios quien estaba llamando a Samuel. Le dijo a Samuel: "Regresa y acuéstate y si te llama otra vez dile: 'Habla Señor, que tu siervo escucha' ".

Samuel se acostó y nuevamente escuchó la voz de Dios llamándole: "¡Samuel! ¡Samuel!" Esta vez Samuel contestó como Elí le había dicho, "Habla Señor, que tu siervo escucha".

Algunas personas piensan que Dios sólo llama a los adultos. Es por eso que me gusta la historia de Samuel. Samuel era un jovencito cuando Dios lo llamó. Dios sabe tu nombre tal como sabía el nombre de Samuel. Dios, aún ahora llama a niños y niñas diciendo: "Ven, sígueme". Así que escucha la llamada de Dios y contéstale tal como lo hizo Samuel: "Aquí estoy".

Amado Padre, hoy estamos listos a escuchar tu llamada. Tal vez tú tengas algo especial para nosotros hacer. Cuando llames, te contestaremos: "Aquí estoy¨. Amén.

Habla, que tu siervo escucha

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Oración inicial
Me dispongo, Señor, a estudiar tu Palabra. Dame tu Espíritu para que la pueda acoger y comprender. Que sepa estar atento a tus insinuaciones; me dé discernimiento para saber qué me quieres decir y sinceridad y fuerza para aceptarlo.


Lectura: ¿Qué dice el texto?
En el primer momento de esta oración lees con atención el texto bíblico que se te propone. Entra bien adentro de él y pregúntate: ¿Qué dice este texto en sí mismo? Fija la atención en cada una de las palabras. El comentario bíblico te podrá ayudar a comprender el sentido. Te encuentras ante un texto vocacional: Dios llama al niño Samuel. Capta toda la fuerza y la ternura del texto.

1Sa 3,1-10.19-21
El niño Samuel oficiaba ante el Señor con Elí. La palabra del Señor era rara en aquel tiempo, y no abundaban las visiones. Un día Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos empezaban a apagarse, y no podía ver. Aún ardía la lámpara de Dios, y Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó Samuel, y él respondió: «Aquí estoy.» Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado; vuelve a acostarte.» Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue a done estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Respondió Elí: «No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte.» Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez  llamó el Señor a Samuel, y él se fue a donde estaba Elí y le dijo: «Aquí estoy; vengo porque me has llamado.» Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: «Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: "Habla, Señor, que tu siervo escucha."» Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: «¡Samuel, Samuel!» Él respondió: «Habla, que tu siervo escucha.»
Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse; y todo Israel, desde Dan hasta Berseba, supo que Samuel era profeta acreditado ante el Señor. El Señor continuaba manifestándose en Siló. Allá se revelaba a Samuel por medio de su palabra.


Comentario bíblico
Esta narración es una de las más bellas de la literatura bíblica, y de las más conocidas. Situada al principio del libro de Samuel, expresa el nacimiento de todo el movimiento profético en Israel. De Moisés a Samuel no hay ningún otro profeta. En un momento en que el cielo estaba cerrado y las visiones proféticas no eran frecuentes, Dios hace oír su palabra en la noche y nace el profetismo, una nueva forma de presencia y de experiencia divina en medio del pueblo.

La narración nos transporta al santuario de Siló donde estaba el arca de la alianza y donde ardía la lámpara de Dios, símbolos ambos de la presencia callada de Dios. La llamada del niño Samuel sucede en un lugar santo. Después de tres intentos fracasados, debido a la falta de experiencia previa de la palabra de Dios por parte del niño, la guía experimentada del anciano Elí ayuda a discernir la voz de Dios. Samuel, con la docilidad y disponibilidad típicas de la edad juvenil, se ofrece al ministerio que se le pide con prontitud y decisión: Habla, que tu siervo escucha.
El mensaje que tiene que anunciar (cf. 1Sa 3,11-18) no es nada fácil: de condena contra la familia de Elí, el anciano que le ha acogido y le ha enseñado a discernir la palabra de Dios. Elí, sin embargo, es suficientemente honesto y maduro como para aceptar la crítica divina. Los versículos del 19 al 21 alargan la misión de Samuel. No queda cerrado a un mensaje puntual contra la dinastía de Elí, sino que llegará a ser el profeta de todo Israel, el instrumento por medio del cual el Señor hace oír su palabra a todo el pueblo.


Contemplación
Después de la lectura, te preguntas: ¿Qué me dice el texto a mí?
En aquellos días el Señor (...) no solía mostrar-se en visión. El Señor se nos muestra en el silencio y en “el espacio sagrado”. La presencia del Señor es callada, humilde y cálida, como una lámpara encendida. Necesitamos “el espacio sagrado”. ¡Es muy importante! Hay que buscarlo: sólo así estaremos atentos a tu llamada en cada momento.
Por tercera vez llamó el Señor a Samuel. Hasta tres veces el Señor llama a Samuel. Se trata de una llamada insistente durante un largo proceso. Esta reiteración también quiere decir que la llamada es de verdad, así como también es sincera la disponibilidad de Samuel. A la tercera Elí entiende que es el Señor quien llama a Samuel. El texto nos hace pensar en tres cosas:

 Elí no se precipita en el discernimiento, no piensa enseguida que Dios llama al niño, o, por lo menos, no lo dice. Espera. Y hace esperar. Sólo ante la insistencia comprende que es Dios quien habla.

 Da a Samuel un consejo aparentemente sencillo: “Responde: "Habla, Señor, que tu siervo escucha.” Se supone que Elí tenía experiencia de la llamada de Dios, y de cómo adoptar ante ella una actitud de disponibilidad sincera. En esta breve oración resume su experiencia.

 Y un consejo que demuestra también generosidad: el niño es del Señor, tiene que estar al servicio del Señor, no de Elí, el maestro. Y se tiene que entender con Él... El maestro tan sólo le proporciona un medio para discernir la llamada de Dios.

Descubro unas llamadas que puedo expresar en forma de oración:

 Dame, Señor, sabiduría en el discernimiento, pero también tranquilidad, calma, no precipitación, capacidad de dedicarle tiempo.
 Concédeme el don de hablar de Ti desde la experiencia personal (consciente, reflexionada, rezada...), para que pueda ser una referencia auténtica parar los jóvenes que Tú llamas. Y que los sepa dirigir a Ti, para que se pongan al servicio del Reino, según les vayas indicando.

 El texto subraya la disponibilidad decidida de Samuel. A la voz de Dios, inmediatamente sigue la recomendación del maestro: Habla, Señor, que tu siervo escucha. Y no sólo en aquel momento, sino siempre: El Señor continuaba manifestándose en Siló. Allá se revelaba a Samuel por medio de su palabra.

 Ayúdame a mantener siempre esta disposición a escuchar tu Palabra.

 Tengo que dedicar más tiempo a repetir esta oración: “Habla...”. Es una oración breve, pero tiene que ir acompañada de un largo espacio de calma, de silencio interior. Y eso es lo que cuesta.

 ¡Cuánto tiempo perdido en agitación inútil, cuántas oraciones rápidas y llenas de palabras, que sólo hacen que impedir escuchar la Voz que llama!

 Pienso en la oración de Jesús, a solas contigo, Padre. ¿No sería, quizá, algo  de este estilo? “Habla...”. Pero de ratos largos, noches enteras, a solas, después de estar con la gente, o antes de encontrarme a mí...

 En mi vida de cristiano, ¿no tendría que ser esto una actividad prioritaria?


Mira a tu alrededor
¿Tienes suficiente disponibilidad para ponerte en camino?
¿Te concedes espacio y tiempo sagrados?
¿Qué llamadas de Dios resuenan en este momento de tu vida? ¿Cómo las recibes? ¿Qué personas conoces que viven en proceso de respuesta a una llamada, como Samuel?

¿Qué te ha querido decir Dios a través de este texto bíblico?
¿Cómo vas descubriendo su llamada?
¿Qué te ayuda a mantenerte a la escucha, libre, dispuesto a hacer camino?
¿Qué pasos tendría que dar el grup al estilo de Samuel?


Da gracias
Gracias, Señor, por todo lo que me has hecho ver en estos momentos de silencio con tu Palabra. Dame constancia para meditar tu Palabra, y ayúdame a que, poco a poco, lo que contemplo se vaya haciendo realidad en mi vida.