Oraciones a San Carlos Borromeo


¡Oh Glorioso San Carlos! padre del clero, y el modelo perfecto de los santos prelados ! tú eres un buen pastor, que, como tu Divino Maestro, diste tu vida por tus ovejas, si no por medio de la muerte , al menos por los numerosos sacrificios de tu misión dolorosa. Tu vida santificada en la tierra fue un estímulo para los más fervientes, tu penitencia ejemplar era un reproche a la negligencia, y tu celo infatigable fue el apoyo de la Iglesia.

¡Oh, gran Prelado! Ya que la gloria de Dios y la salvación de las almas son los únicos objetos de la solicitud de los bienaventurados en el cielo, dígnate interceder por mí, y ofrecer por la intención de esta Novena, tus fervientes oraciones que tuvieron tanto éxito, mientras que tú estabas en la tierra. {Aquí especificar sus peticiones.)

Oh gran San Carlos! Tú eres, entre todos los santos de Dios, en cuya intercesión debemos confiar más, porque tú fuiste elegido por Dios para promover los intereses de la religión, mediante la promoción de la educación cristiana de la juventud. Tú fuiste, como el mismo Jesucristo, siempre accesible a los pequeños, para los cuales tu mismo partiste el pan de la Palabra de Dios, y también conseguiste para ellos la bendición de una educación cristiana. A ti, entonces, recurro con confianza, suplicándote que obtengas para mí la gracia de los beneficios de las ventajas de ser cristiano que ahora disfruto y para el cual estoy considerablemente en deuda por tu dedicación.Protégeme con tus oraciones de los peligros del mundo, consígueme que mi corazón se horrorice ante el pecado; un profundo sentido de mi deber como cristiano; un desprecio sincero por las opiniones y máximas falsas del mundo; un ardiente amor a Dios, y el santo temor que es el principio de la sabiduría.


Oración a San Carlos Borromeo
Glorioso San Carlos, para todos modelo de fe, de humildad, de pureza, de constancia en el sufrimiento. Empleaste todos tus dones para la mayor gloria de Dios, para la salvación de los hombres, con una donación total, hasta el punto de ser víctima de tu entrega. Concede a nosotros, tus devotos, firmeza en nuestros propósitos, espíritu de sacrificio, trabajo constante para el bien de los hermanos. Danos fidelidad hacia el Señor, amor hacia la Iglesia, constancia en las adversidades y perseverancia en el bien. Dios Padre, no mires nuestros méritos, sino los de tu siervo y nuestro protector, San Carlos. Ayúdanos a ser fieles testigos de la fe, para que lleguemos un día a disfrutar contigo del cielo. Amén.


San Carlos Borromeo
Oh Dios Misericordioso y Omnipotente, Tú concediste en otro tiempo a la Iglesia un "ángel de caridad" en la persona de San Carlos Borromeo.
Danos tu divina gracia para que podamos conocer e imitar las virtudes de este gran Santo y, por su intercesión, podamos alcanzar lo que pedimos, si ha de ser para el bien de nuestras almas y para su mayor gloria. Así sea.


[Ultimos sacramentos. Estampa religiosa impresa en 1880]

Estampa religiosa impresa en Brujas, Bélgica alrededor de 1880, por Vyvere - Peyt. La estampa representa a un hombre en su lecho de muerte recibiendo los últimos sacramentos rodeado por su ángel de la guarda, el sacerdote y su desconsolada familia. El texto invoca la misericordia de Jesús en este momento decisivo 

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DECLARACIÓN O PROTESTA PARA HACERLO
EN SALUD Y RENOVARLO EN LA HORA DE LA MUERTE
Siendo innumerables los peligros a que está sujeta la vida humana, y conociendo, yo pecador, que he nacido para morir, y no sé la hora; con el fin de que no me halle la muerte desprevenido, he determinado disponerme con la ayuda de Dios; y así postrado a los pies de mi Señor Jesucristo crucificado por mi amor, declaro a todas las criaturas del cielo y de la tierra, que mi última voluntad es la que aquí explico en la forma siguiente:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Primeramente digo, que como fundamento de mi salvación, protesto en presencia de Dios omnipotente, de la Virgen Santísima Madre suya, y de toda la corte celestial, que mi voluntad es vivir y morir obediente a la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana, creyendo firmemente, como creo, todos los artículos de la fe enseñados por los santos Apóstoles, como los propone y explica nuestra Santa Madre la Iglesia. Así, pues, si alguna vez me ocurriere alguna cosa contra ellos, las tengo desde luego por error y por tentación del enemigo. Y si, lo que Dios no permita, dijere o hiciere algo que sea contrario, en virtud de esta cláusula lo revoco y anulo, y es mi voluntad que se tenga por no dicho ni hecho.

Declaro por esta mi última voluntad, que en mi muerte deseo recibir el santo Sacramento de la Penitencia, confesándome enteramente de mis pecados; y si por algún accidente no me pudiere confesar, es mi voluntad confesarme y dolerme de todos ellos, llorarlos amargamente, no tanto por el temor de las penas eternas, cuanto por haber ofendido al Sumo Bien, a quien debo servir y amar sobre todas las cosas, lo cual ahora propongo firmemente con su divina gracia todo el tiempo que me resta de vida.

Es mi voluntad recibir también el Santo Viático; y si por alguna causa no pudiere ser, declaro que mi voluntad es recibirle a lo menos espiritualmente, adorando de corazón a mi Señor Jesucristo Sacramentado, y suplicándole que se digne acompañarme en tan peligroso Viaje, defenderme de los enemigos infernales, y llevarme al puerto seguro de la eterna bienaventuranza.

Declaro asimismo que mi voluntad es pasar de esta vida habiendo recibido el Sacramento de la Extremaunción; y no pudiendo recibirle, ruego a mi Dios y Señor se digne ungirme con el óleo santo de su misericordia, perdonándome los pecados que cometí con los cinco sentidos corporales.
También es mi voluntad acabar la vida esperando de la infinita misericordia de Dios el perdón de todos mis pecados, y la salvación de ni alma, teniendo como tengo por infalible la palabra de mi Señor Jesucristo, que dijo: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores
Confieso que aun las obras buenas las hice siempre con muchas imperfecciones y negligencias, y para que el demonio quede confuso, declaro que no presumo por solas mis obras merecer el cielo, sino principalmente por los infinitos merecimientos y preciosa Sangre de mi Señor Jesucristo, derramada por mi salvación eterna.

Es mi voluntad padecer con paciencia y conformidad, hasta el último aliento de mi vida, en unión de lo que mi divino Salvador padeció por mí, cualquier enfermedad y dolor que Dios me envíe; y si por fragilidad y miseria caigo en alguna impaciencia a queja inmoderada, desde ahora me arrepiento de la culpa y mal ejemplo que de, sea de obra, sea de palabra, rogando A Dios que no me desampare en aquel peligroso y ultimo trance.
Perdono todas las injurias que me hayan hecho los hombres, rogándoles que también ellos me perdonen a mí; y a Dios que de ellas no les tome cuenta, sino que los ayude y asista con su gracia, usando con todos de indulgencias y piedad.
Doy gracias al Señor por todos los beneficios que me ha dispensado, así espirituales como temporales, particularmente por los de la creación, redención y vocación a su santo conocimiento, y también por haberme hasta ahora esperado a penitencia, habiendo merecido que me castigase mil veces con penas eternas. Sea para siempre bendita su bondad y misericordia.

Deseo que de esta mi última voluntad sea ejecutoria la Gloriosísima Virgen María, abogada de pecadores, el glorioso patriarca San José, y mis principales abogados y protectores, San N. y San N., a los cuales ruego que me favorezcan en aquella hora, pidiendo al Señor se digne por su infinita clemencia recibir mi alma en la paz eterna de los Santos.
Constituyo y nombro por defensor de mi alma al Santo Ángel de mi guarda, en el tribunal de Dios, cuando se vea mi causa, y se pronuncie sentencia definitiva, rogándole, que pues nuestro Señor le encomendó mi alma, poniéndola bajo su tutela y amparo en esta vida, la proteja y coloque por sus manos en las moradas eternas de la gloria.

Ruego por las entrañas de Jesucristo a todos mis parientes y amigos, que me ayuden con oraciones y obras satisfactorias, y especialmente con el santo sacrificio de la Misa, como medio entre todos el más eficaz, para que si, por la misericordia de Dios, fuere mi alma destinada a las penas del Purgatorio, se libre pronto de ellas, y vuele a gozar de la vista de Dios; que yo les ofrezco no ser ingrato a tan gran beneficio.
Finalmente, rindiendo humildes gracias al Señor, por haberme hasta ahora conservado la vida, protesto y declaro ser mi ánimo aceptar la muerte en cualquier modo y hora en que me la mande, recibiéndola humildemente en satisfacción de mis pecados, y conformando en esto y en todo mi voluntad á la suya santísima y amabilísima, de la que rendidamente le suplico no permita que me aparte jamás. Amén.
San Carlos Borromeo

LETANIAS

Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, escúchanos, Cristo, ten piedad de nosotros. Dios, Padre Celestial, Ten piedad de nosotros. Dios Hijo, Redentor del mundo, Ten piedad de nosotros. Dios, el Espíritu Santo, Ten piedad de nosotros. Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten piedad de nosotros.
Santa María, Madre de Dios,
Ruega por nosotros. *

Reina de los Apóstoles, *
Ruega por nosotros. *

San Carlos, *
Ruega por nosotros. *

San Carlos, imitador de Cristo, *
San Carlos, fiel seguidor de Cristo crucificado, *
San Carlos, lleno con el espíritu de los Apóstoles, *
San Carlos, consumido por el celo por la gloria de Dios, *
San Carlos, el padre y la Guía para el Clero, *
San Carlos, la luz y el apoyo de la Iglesia, *
San Carlos, un modelo de humildad y penitencia, *
San Carlos, el más deseosos de la salvación de las almas, *
San Carlos, el más celosos, por la instrucción de la juventud, *
San Carlos, patrono de las Escuelas de las Ursulinas, *
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

Ten piedad de nosotros.

V. Ruega por nosotros, Oh Glorioso San Carlos.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.
Oremos: Preservar a tu Iglesia, Señor, bajo la protección continua de tu glorioso Confesor y Obispo, San Carlos, que como él era eminente para el desempeño de sus deberes pastorales, para que por medio de sus oraciones nos pueda hacer celosos en el amor de tu santo nombre: por medio de Jesucristo nuestro Señor. Amén.