Oraciones a Nuestra Señora de Schiedam







7 de Agosto-Nuestra Señora de Schiedam, Holanda
Schiedam es una ciudad de la provincia de Holanda Meridional, situada entre Róterdam y Vlaardingen, en los Países Bajos.

En el tiempo de su fundación se encontraba situada a orillas del río Schie, del que toma el nombre, y más tarde en la ribera del Nieuwe Maas, uno de los brazos del Mosa.

La ciudad es conocida principalmente por ser origen de la ginebra, por su centro histórico con canales, y por poseer los molinos más altos del mundo.

Nuestra Señora de Schiedam data del Siglo XV.
La crónica relata que un comerciante, que había robado esta imagen, se embarcó con la intención de venderla en la feria en Amberes, pero el no podía nunca alejarse del puerto. Alarmado por tal prodigio, él restauró la imagen que había robado, y fue solemnemente trasladada a la iglesia de San Juan Bautista en donde Santa Liduvina pasaba noches enteras rezando.



El Corazón de María, dio a luz al Verbo Divino, lo alimentó con la leche de su purísimo seno, y lo ofreció en holocausto por la salvación del mundo entero.

Toda la gloria de María, hija del Rey, está en las virtudes que embellecen su alma. Y esa belleza la ha elevado sobre los méritos de todas las criaturas.

Yo soy la Madre del amor hermoso, del santo temor de Dios, de la ciencia del cielo y de la dulce esperanza. En mi reside la plenitud de esa gracia que muestra el camino y conduce a la verdad. En mi se encuentra toda esperanza de virtud y de salvación.

Corazón de María, fuente inagotable de todo bien, infunde tus virtudes en los corazones de los que te aman.

¡Oh! Dios de la infinita clemencia, que velando siempre por la salvación de los pecadores y por el amparo de los desgraciados, diste a la bienaventurada Virgen María un corazón semejante al de tu mismo Hijo Jesús, y la hiciste fuente perenne de dulzura y misericordia, dígnate conceder a los que veneramos ese corazón Inmaculado, que con el auxilio de sus méritos y de su intercesión poderosa, logremos reproducir en nosotros la verdadera imagen de tu Corazón adorable. Así te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

¡Oh! Dios que hiciste a la bienaventurada Virgen María superior a todas las criaturas, participante del corazón de Jesucristo e imagen fiel de sus infinitas perfecciones, te rogamos humildemente nos conceda la gracia de venerar de tal modo el Corazón de María y sus íntimos afectos, que mediante su valimiento consigamos imitar a Jesucristo y consumar por él nuestra unión contigo. Así te lo pedimos por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor.

¡Oh Dios que quisiste que el Corazón de María fuese un corazón enteramente puro, exento de toda mancha y adornado de todas las virtudes, dígnate librarnos también de todo pecado y colmarnos de abundantes gracias y virtudes. Así te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

¡Oh! dulce Jesús, que tan grande amor profesas a la Santísima Virgen y que tan amado eres de ella, te suplicamos nos concedas que así como junto contigo somos amados, con el más tierno y ardiente amor, así también la amemos contigo con el amor más ardiente y tierno. Así te lo pedimos por la más dulce de todas las madres, por aquella cuyo corazón es la más perfecta imagen del tuyo, ¡oh! Señor, que siendo Dios vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Santa María, Madre de Dios, Haz mi corazón semejante al tuyo. Acude, Señora en mi defensa, defiéndame tu poder de mis enemigos. Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo, como era al principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén.

Santa María, madre de nuestro Señor Jesucristo y señora del Universo, que a nadie rechazas y a nadie desamparas, mírame con ojos de clemencia y de piedad y alcánzame de tu Hijo querido el perdón de todos mis pecado, a fin de que después de haber ensalzado los méritos y cantado con devoción y afecto las alabanzas de tu Santo e Inmaculado Corazón, logre alcanzar el premio de la eterna bienaventuranza que ha de concederme el mismo Jesucristo, nuestro señor, que nació de ti   y que siendo Dios vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.