El ofrecimiento diario del Apostolado de Oración





El ofrecimiento de la propia vida


El APOR pide al bautizado que tome conciencia del valor sobrenatural de sus actos y renueve su consagración bautismal al comienzo de cada jornada, ofreciendo al Padre, en unión con Cristo, su actividad diaria por las intenciones que mensualmente proponen el Papa y los obispos a los miembros del APOR.
Esta ofrenda hace ver que se puede buscar, encontrar y servir a Dios en todas las personas y cosas que nos rodean; transforma la vida entera en oración de intercesión ante el Padre por el mundo; fortalece los vínculos con la Iglesia universal, sintiendo como propios los problemas que afectan al conjunto de ésta. También, realizada con seriedad, cambia a quien la hace: no es fácil ofrecer el trabajo diario al Señor y mantener, al mismo tiempo, actitudes o pensamientos contrarios al Evangelio.
Para ello, el APOR propone una breve fórmula concreta, trinitaria y de gran contenido teológico, que cada uno puede acomodar según sus propias vivencias.
Dios, Padre nuestro,
yo te ofrezco toda mi jornada,
mis oraciones, pensamientos, afectos y deseos,
 palabras, obras, alegrías y sufrimientos
en unión con el Corazón de tu Hijo Jesucristo
que sigue ofreciéndose a Ti en la Eucaristía
para la salvación del mundo.
Que el Espíritu Santo, que guió a Jesús, 
sea mi guía y mi fuerza en este día
para que pueda ser testigo de tu amor.
Con María, la madre del Señor y de la Iglesia,
pido especialmente por las intenciones del Papa
y de nuestros obispos para este mes.


Otras fórmulas de Ofrecimiento 
 
—Ven, Espíritu Santo, inflama nuestro corazón en las ansias redentoras del Corazón de Cristo.
—Para que ofrezcamos de veras nuestras personas y obras, en unión con Él, por la redención del mundo.

Señor mío y Dios mío Jesucristo: Por el Corazón Inmaculado de María me consagro a tu Corazón, y me ofrezco contigo al Padre en tu santo sacrificio del altar, con mi oración y mi trabajo, sufrimientos y alegrías de hoy, en reparación de nuestros pecados y para que venga a nosotros tu Reino. Te pido en especial por el Papa y sus intenciones, nuestro Obispo y sus intenciones y nuestro párroco y sus intenciones.
 
 
Dios y Señor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo con todo mi corazón, me pesa de haberos ofendido; os doy gracias por haberme criado, redimido, hecho cristiano y conservado hasta este día. Yo os ofrezco, a honra y gloria vuestra, todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos del presente día, en satisfacción de todos mis pecados y los pecados de todo el mundo; y tengo intención de ganar cuantas indulgencias pueda, aplicándolas por la conversión de los pecadores y por las benditas almas del Purgatorio, y en especial por las que sean de mi mayor obligación.
 
 
Te rogamos, Señor, que prevengas nuestras acciones inspirándolas, y las prosigas, ayudándolas, para que todas nuestras oraciones y operaciones tengan siempre de ti principio; y como en ti empezaron, por ti terminen. Por Jesucristo, nuestro Señor. Así sea.
 
 
Te doy gracias, Dios mío, por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado la vida. Te ofrezco mis pensamientos, palabras y obras de este día. No permitas que Te ofenda y dame fortaleza para huir de las ocasiones de pecar. Haz que crezca mi amor hacia Ti y hacia los demás.
 
 
Dios mío, os ofrezco esta obra: dadme vuestra santa bendición.
 
 
Oh, Jesús, a través del Inmaculado Corazón de María, te ofrezco mis oraciones, trabajo, alegrías, sufrimientos de este día, en unión al Santo Sacrificio de la Misa para el mundo. Te los ofrezco por los méritos de tu Sagrado Corazón: la salvación de las almas, enmienda de los pecados, la reunión de todos los cristianos; te los ofrezco por nuestros obispos y por los Apóstoles de la oración y de manera particular por aquellos que el Santo Padre escogió durante este mes. Amen