PIADOSO EJERCICIO PARA EL PRIMER SABADO DE CADA MES
En los 1ros sábados dedicados al Corazon de María, a los fieles que con este fin hagan el presente ejercicio u otro semejante concedió el Papa X indulgencia plenaria, si confesaren, comulgaren y rogaren a intención de Su Santidad (Santo Oficio, 13 de junio y 16 de noviembre de 1912).
ORACIÓN
¡Oh Inmaculado Corazón de María, traspasado de dolor por las injurias con que los pecadores ultrajan vuestro Santísimo Nombre y vuestras excelsas prerrogativas! Aquí tenéis, postrado a vuestros pies, un indigno hijo vuestro, que, agobiado por el peso de sus propias culpas, viene arrepentido y lloroso, y con ánimo de resarcir las injurias que, a modo de penetrantes flechas, dirigen contra Vos hombres insolentes y malvados. Deseo reparar con este acto de amor y rendimiento, que hago delante de vuestro amantísimo Corazón, todas las blasfemias, que se lanzan contra vuestro augusto Nombre, todos los agravios que se infieren a vuestras excelsas prerrogativas y todas las ingratitudes con que los hombres corresponden a vuestro maternal amor e inagotable misericordia. Aceptad, ¡Oh Corazón inmaculado!, esta pequeña demostración de mi filial cariño y justo reconocimiento junto con el firme propósito que hago de seros fiel en adelante, de salir por vuestra honra cuando la vea ultrajada y de propagar vuestro culto y vuestras glorias. Concededme, ¡Oh Corazón amabilísimo!, que viva y crezca incesantemente en vuestro santo amor, hasta verlo consumado en la gloria. Amén.
Recemos ahora tres Avemarías en honra del poder, sabiduría y misericordia del purísimo Corazón de María, menospreciado de los hombres.
Digamos también con fervor las siguiente jaculatorias:
Oh Corazón Inmaculado de María, compadeceos de nosotros
Refugio de pecadores, rogad por nosotros.
¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Recemos a intención del Papa un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
EJERCICIOS ESPIRITUALES
Para los cofrades y devotos del Corazon de María en los días festivos
Acto de contrición
OFRECIMIENTO
Santísima Madre mía, rendido a vuestros pies, y con la más pura intención de agradaros, ofrezco y consagro a vuestro Corazón purísimo estos actos de piedad y devoción, suplicándoos, humildemente, que los aceptéis y me alcancéis la gracia de que necesito para hacerlos bien para gloria de Dios, santificación de mi alma y conversión de todos los pecadores. Amén.
ORACIÓN
¡Oh Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra: Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la adorable Trinidad, y digno de toda la veneración y ternura de los Angeles y de los hombres; Corazón el más semejante al de Jesús, del cual sois la más perfecta imagen; Corazón lleno de bondad, y que tanto os compadecéis de nuestras miserias! dignaos derretir el hielo de nuestros corazones y haced que vuelvan a conformarse enteramente con el Corazón del divino Salvador. Infundid en ellos el amor de vuestras virtudes; inflamadlos con aquel dichoso fuego en que Vos estáis ardiendo sin cesar. Encerrad en vuestro seno la Santa Iglesia, custodiadla; sed siempre su dulce asilo y su inexpugnable torre contra toda incursión de sus enemigos.
Sed nuestro camino para dirigirnos a Jesús y el conducto por el cual recibamos todas las gracias necesarias para nuestra salvación. Sed nuestro socorro en las necesidades, nuestra fortaleza en las tentaciones, nuestro refugio en las persecuciones, nuestra ayuda en todos los peligros; pero especialmente en las últimos combates de nuestra vida, a la hora de la muerte, cuando todo el infierno se desencadenará contra nosotros para arrebatarnos nuestras almas, en aquel formidable momento, en aquel punto terrible, del que depende nuestra eternidad. ¡Ah Virgen piadosísima!, hacednos sentir entonces la dulzura de vuestro maternal Corazón y la fuerza de vuestro poder para con el de Jesús, abriéndonos en la misma fuente de misericordia un refugio seguro, en donde podamos reunirnos para bendecirle con Vos en el paraíso por todos los siglos. Así sea.
(500 días de indulgencia. Plenaria al mes, si se reza cada día del mes) (15 de septiembre 1934)
SALUTACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
En reverencia de sus tres insignias1.-Yo os venero, amabilísimo Corazón de María, que ardéis continuamente en vivas llamas de amor divino; por él os suplico, Madre mía amorosísima, abraséis mi tibio corazón en ese divino fuego en que estáis toda inflamada. Ave María y Gloria.
2.-Yo os venero, purísimo Corazón de María, de quien brota la hermosa azucena de virginal pureza. Por ella os pido, Madre mía inmaculada, purifiquéis mi impuro corazón, infundiendo en él la pureza y castidad. Ave María y Gloria
3.-Yo os venero, afligidísimo Corazon de María, traspado con la espada de dolor por la pasión y muerte de vuestro querido Hijo Jesús, y por las ofensas que de continuo se hacen a su divina Majestad; dignaos, Madre mía dolorida, penetrar mi duro corazón con un vivo dolor de mis pecados y con el más amargo sentimiento de los ultrajes e injurias, que está recibiendo de los pecadores el divino Corazon de mi adorable Redentor. Ave María y Gloria.
ORACIÓN DE SAN BERNARDO
Acordáos,oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oido decir que alguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza a Vos también acudo, ¡Oh Virgen Madre de las vírgenes!, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados, me atrevo a parecer ante vuestra presencia soberana. No desechés, ¡oh Purísima Madre de Dios!, mis humildes súplica; antes bien, inclinad a ellas vuestros oídos y dignaos atenderlas favorablemente y concederme lo que os pido. Amén.
(3 años. Una plenaria al mes)
ORACIÓN FINAL
¡Oh Corazon de María!, el más amable y compasivo de los corazones después del de Jesús, Trono de las misericordias divinas en favor de los miserables pecadores yo reconociéndome sumamente necesitado, acudo a Vos en quien el Señor ha puesto todo el tesoro de sus bondades, con plenísima seguridad de ser por Vos socorrido. Vos sois mi refugio, mi amparo, mi esperanza; por esto os digo y os diré en todos mis apuros y peligros: ¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Cuando la enfermedad me aflija, o me oprima la tristeza, o la espina de la tribulación llegue a mi alma, ¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Cuando el mundo, el demonio y mis propias pasiones, coligados para mi eterna perdición, me persigan con sus tentaciones y quieran hacerme perder el tesoro de la divina gracia, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
En la hora de mi muerte, en aquel momento espantoso de que depende mi eternidad, cuando se aumenten las angustias de mi alma, y los ataques de mis enemigos, ¡Oh dulce Corazon de María, sed la salvación mía!
Y cuando mi alma pecadora se presente ante el tribunal de Jesucristo para rendirle cuenta de toda su vida, venid Vos a defenderla y a ampararla, y entonces, ahora y siempre, ¡Oh dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Estas gracias espero alcanzar de Vos, ¡Oh Corazón amantísimo de mi Madre!, a fin de que pueda veros y gozar de Dios en vuestra compañia por toda la eternidad en el cielo. Amén
CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA
Oh María, Virgen poderosa y Madre de misericordia, Reina del Cielo y Refugio de los pecadores! A vuestro Corazón Inmaculado nos consagramos. Os consagramos nuestro ser y nuestra vida entera, cuanto tenemos, cuanto amamos y cuanto somos. A Vos consagramos nuestros hogares, nuestra familia y nuestra patria. Deseamos que todo cuanto en nosotros existe y cuanto nos rodea, os pertenezca a Vos, y participe de los beneficios de vuestras maternales bendiciones.
Y para que esta consagración sea verdaderamente eficaz y duradera, renovamos hoy a vuestros pies, oh María, las promesas de nuestro Bautismo y de nuestra primera Comunión. Nuevamente nos comprometemos a profesar siempre y con valor las verdades de la fe, y a vivir como católicos plenamente sometidos a todas las enseñanzas del Papa y de los Obispos en comunión con él.
Nos comprometemos también a observar los mandamientos de Dios, y particularmente la santificación de las fiestas; y a santificar cuanto nos sea posible, nuestra vida, con las consoladoras prácticas de la Religión Cristiana, sobre todo con la santa Comunión. Os prometemos finalmente, oh gloriosa Madre de Dios y tierna Madre de los hombres, dedicar nuestro corazón al servicio de vuestro culto bendito, a fin de acelerar y asegurar por el reinado de vuestro Inmaculado Corazón el reinado del Corazón de vuestro adroable Hijo en nuestras almas y en las de nuestros prójimos, en nuestra nación y en todo el universo, así en la tierra como en el cielo. Amén.
(Tres años de indulgencia por cada vez y una plenaria al mes) (29 de Abril de 1933)
Bendita sea tu pureza,
Y eternamente lo sea;
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A Ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada María,
Ofrezco desde este día,
Alma, vida y corazón
Mírame con compasión;
No me dejes, Madre Mía.