A las 15, Hora de la Divina Misericordia, Jesús pide rezar el Via Crucis. No pide la coronilla a esa hora.
Lo ideal es rezar el Via Crucis. La Coronilla se puede rezar en cualquier otro momento.
Para el Via Crucis basta una meditación piadosa y una oración por estación: incluso se puede hacer en menos tiempo que la Coronilla, aunque lo ideal es dedicar más tiempo a contemplar cada estación.
El Via Crucis, oración compuesta por la Santísima Virgen, no es sólo para Cuaresma sino para todo el año, incluso Domingo y fiestas.
Abajo un modelo de Via Crucis en base a las meditaciones del confesor de Santa Faustina, Beato Popocko.
Vía Crucis de la Divina Misericordia
Oración preparatoria:
Señor misericordioso, Maestro mío, deseo seguirte con fidelidad, deseo imitarte en mi vida cada vez más perfectamente, por eso te ruego que a través de la meditación de tu Pasión me concedas la gracia de comprender cada vez mejor los misterios de la vida espiritual. María, Madre de la Misericordia, siempre fiel a Cristo, guíame por las huellas de la dolorosa Pasión de tu Hijo y alcánzame las gracias necesarias para que este vía crucis sea fecundo en mi corazón

I Estación - Jesús ante el Senedrín
Jesús misericordioso, ayúdame a que sepa aceptar cada juicio humano y no me dejes pronunciar nunca la sentencia de condena contra ti en mis prójimos.

Jesús misericordioso, enséñame apreciar las dificultades de la vida, la enfermedad, cada sufrimie
nto y con amor llevar esta cruz cotidiana.

III Estación: Jesús cae bajo el peso de la cruz
Señor misericordioso. guárdame de cualquier infidelidad, aunque sea la más pequeña. pero voluntaria y consciente.

IV Estación: Jesús encuentra a su Madre
María, Madre de la Misericordia, está conmigo siempre, sobre todo en el sufrimiento, así como estabas en la vía dolorosa de tu Hijo.

V Estación: Simón Cirineo ayuda a Jesús a lleva la Cruz
Santa Faustina: Oh Jesús mío, tú no das la recompensa por el resultado de la obra, sino por la voluntad sincera y el esfuerzo emprendido; por lo tanto estoy completamente tranquila, aunque todas mis iniciativas y mis esfuerzos quedaran frustrados, ni fueran realizados jamás, si hago todo lo que está en mi poder, lo demás no es cosa mía (952).
Jesús, Señor mío, que cada pensamiento, cada palabra, cada actividad sean emprendidos sólo por amor a tí. Purifica mis intenciones.

VI Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús
Señor Jesús. Maestro mío, haz que mis ojos, mis manos, mi boca, mi corazón... sean misericordiosos. Transfórmame en misericordia.

VII Estación: Jesús cae por segunda vez
Que me apoye tu gracia, Señor, para que no caiga continuamente en los mismos errores: y si caigo, ayuda que me levante y glorifique tu misericordia.

VIII Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
Señor misericordioso, gracias por el santo Bautismo y la gracia de la fe. Vuelvo a llamar continuamente: ¡Señor, creo, aumenta mi fe!

IX Estación: Jesús cae por tercera vez
Señor misericordioso, te doy, lo que es mi propiedad exclusiva, es decir el pecado y la debilidad humana. Te ruego que mi miseria se ahogue en tu insondable misericordia.

X Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón según tu Corazón.

XI Estación: Jesús es clavado en la cruz
Oh Amor purísimo, reina totalmente en mi corazón y deja amar lo que supera la medida humana (comparar 328).

XII Estación: Jesús muere en la cruz
Jesús: Ves, esas almas que se parecen a mí en el sufrimiento y en el desprecio, también se parecerán a mí en su gloria; y, aquellas que menos se asemejan a mí en el sufrimiento y en el desprecio, serán menos semejantes también en mi gloria (446).
Jesús, Salvador mío, escóndeme en el fondo de tu Corazón para que alimentada con tu gracia pueda asemejarme a ti en el amor a la cruz y participar en tu gloria.

XIII Estación: Jesús es bajado de la cruz
Jesús misericordioso, cada día multiplica en mí la confianza en tu misericordia para que siempre y en todas partes dé testimonio de tu bondad y tu amor infinito.

XIV Estación: Jesús es puesto en el sepulcro
Haz Señor misericordioso, que no perezca ni una sola alma de las que me has confiado.
Oración después del Vía Crucis:
Jesús mío, mi única esperanza, te agradezco este gran libro que has abierto delante de las ojos de mi alma. Este gran libro es tu Pasión afrontada por amor hacia mí. De este libro he aprendido cómo amar a Dios y a las almas. En él están encerrados inagotables tesoros (...). Oh Jesús, que pocas son las almas que te entienden en tu martirio de amor (...). Feliz el alma que ha entendido el amor del Corazón de Jesús (304).
Al anunciar cada estación hacer genuflexión (rodilla derecha en el suelo) y rezar:
V: Te adoramos Cristo y te bendecimos
R: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
R: que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
V: Adoramus te, Christe, et benedicimus tibi.
R: Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
R: Quia per sanctam crucem tuam redemisti mundum.
En cada estación, luego de la meditación, rezar
a) Padre nuestro,
b) Ave María (cf argumentos en Coronilla)
c) “V: Señor pequé R: ten piedad y misericordia de mí” o Padre eterno.
a) Padre nuestro,
b) Ave María (cf argumentos en Coronilla)
c) “V: Señor pequé R: ten piedad y misericordia de mí” o Padre eterno.
El Vía Crucis, creado por la Madre del ecumenismo, ayuda a cumplir Lc 9,23 y 14,27. Ningún Cristiano puede rechazar meditar textos bíblicos de la Pasión, por eso, aunque recomienda el tradicional, Juan Pablo II creó un Vía Crucis 100% bíblico pensando en los hermanos separados.
Beato Michael Sopoćko, confesor de Santa Faustina: Misericordia Divina en sus Obras, tomo II:
Estación I
Jesús es condenado a muerte

Me da vergüenza Señor ponerme delante de Tu santo semblante, porque me parezco tan poco a Ti. En la flagelación sufriste tanto por mí que sólo ese dolor te hubiera matado si no fuera por la voluntad y la sentencia del Padre celestial que murieras en la cruz. Y para mí es difícil aguantar las infracciones pequeñas e imperfecciones de las personas de casa y de los prójimos. Tú, por misericordia, derramaste tanta sangre por mí. Y para mí cada ofrecimiento, cada abnegación para el prójimo es dura. Tu con paciencia inefable y callando enduraste el dolor de flagelación y yo me quejo y gimo cuando me toque aguantar por Ti algún dolor o desprecio por parte del prójimo (p. 103).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación II
Jesús lleva la cruz

Con profunda compasión voy a seguir a Jesús. Voy a soportar con paciencia ese disgusto, qué pequeño para dar homenaje a Su camino al Gólgota. ¡Si va a la muerte por mí! ¡Por mis pecados sufre! ¿Cómo puedo estar indiferente respecto a eso?
No quieres Señor que lleve contigo Tu pesada cruz sino que aguante diariamente, pacientemente mis pequeñas cruces. Pero hasta ahora no lo he hecho. Me da vergüenza y pena esa pusilanimidad e ingratitud mía. Decido recibir con confianza y aguantar con amor todo lo que pongas sobre mí por Tu misericordia (p. 119).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación III
Jesús cae por primera vez

Llevaste Señor una terrible carga- los pecados de todo el mundo de todos los tiempos... Por eso cesan Tus fuerzas. No puedes seguir con este peso debajo del cual Te caes. Cordero de Dios que, por Tu misericordia, quitas el pecado del mundo, por el peso de Tu cruz, desembarázame de la pesada carga de mis pecados y enciende el fuego de Tu amor, para que su llama nunca muera (p. 123).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación IV
Jesús encuentra a su madre

Madre Santísima, madre Virgen, haz que me contagie del dolor de Tu alma. Te quiero Madre dolorosa que sigues el mismo camino por el que caminó Tu amadísimo Hijo- el camino de vergüenza y de humillación, de menosprecio y maldición, grábame en Tu corazón inmaculado y, como la Madre de Misericordia, concédeme la gracia, para que, siguiendo a Jesús y a Ti, no me deprima en este espinoso camino de Calvario que también para mí trazó la Divina Misericordia (p. 126).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación V
Jesús es ayudado por el Cirineo

Como a Simón, también para mí la cruz es una cosa penosa. Por naturaleza la rehúyo, pero las circunstancias me obligan a acostumbrarme a ella. Desde ahora voy a tratar de llevar mi cruz con la disposición de Cristo. Voy a llevar la cruz por mis pecados, por los de otros, para las almas que sufren en el Purgatorio, imitando al misericordiosísimo Salvador. Entonces voy a hacer el camino real de Cristo, y voy a seguir por él, aun cuando me rodee una multitud de gente enemiga, burlándose de mí (p. 129).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación VI
La Verónica enjuga el rosto de Jesús

Jesús ya no sufre, no puedo darle un velo para enjugar el sudor y la sangre. Mas el sufriente Salvador sigue viviendo en Su cuerpo místico, en sus hermanos, cargados con la cruz: en los enfermos, agonizantes, pobres, necesitados a los que les falta un paño para enjugarles el sudor. Si Él dijo: “En verdad os digo, que todo lo que hicisteis por uno de estos mis hermanos, por humildes que sean, por mí mismo lo hicisteis.” (Mt 25, 40), pues voy a ponerme al lado de un enfermo, un agonizante, con verdadero amor y paciencia para enjugarle el sudor, para fortalecerle y consolarle (p. 132).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación VII
Jesús cae por segunda vez

Señor... ¿cómo puedes tolerarme a mí pecador todavía, que te ofendo innumerables veces con mis pecados cotidianos? Me lo puedo explicar solamente con la grandeza de Tu misericordia que todavía sigues esperando a que me mejore. Ilumíname Señor con la luz de Tu gracia para que conozca todos mis errores y malas inclinaciones que causaron que volvieras a caer bajo la cruz. Para que desde ahora las extirpe sistemáticamente. Sin Tu gracia no puedo librarme de ellos (p. 136).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación VIII
Jesús consuela a las mujeres

Hay también para mí un tiempo de misericordia, pero limitado. Después de ese tiempo se hará la justicia, de lo cual habla amenazante Jesús... Estoy cargado con muchas culpas, estoy marchitando y consumiéndome del temor, pero voy a seguir los pasos de Jesús, voy a tomarme la contrición al corazón y voy a hacer justicia con la sincera penitencia. A esta penitencia me estimula la infinita misericordia de Jesús que había cambiado su corona de gloria a la corona de espinas, salió a buscarme y, al haberme encontrado, me abrazó a su corazón (p. 139).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación IX
Jesús cae por tercera vez

Por mí sufre Jesús y por mí cae bajo la cruz. ¿Dónde estaría hoy yo sin el sufrimiento del Salvador?... Por lo tanto, todo lo que hoy tenemos y quien somos en el sentido sobrenatural, todo lo debemos solamente a la Pasión de Jesucristo. Hasta el cargar con nuestra cruz no significa nada sin la gracia. Solamente Su pasión hace nuestra contrición merecedora y la penitencia eficaz. Sólo la misericordia, revelada en su triple caída es la garantía de mi salvación (p. 142).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación X
Jesús es despojado de sus vestiduras


En este terrible misterio estuvo presente la Santísima Madre que lo vio todo, lo escuchó todo y lo miró todo con atención. Uno puede imaginarse el dolor interior por el que pasó, viendo a Su Hijo profundamente avergonzado en la sangrienta desnudez, probando una amarga bebida a la que yo también había vertido la amargura con el pecado del abuso de la comida y la bebida. Desde este momento decido, con ayuda de la gracia Divina, practicar una sabia mortificación en este asunto, para que la desnudez de mi alma no ofenda a los ojos de Jesús ni a Su santísima Madre (p. 145).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación XI
Jesús es crucificado

Con la mente pongámonos en el Gólgota, bajo la cruz de Jesús, y meditemos en esa terrible escena. Entre el cielo y la tierra está colgado el Salvador, en las afueras, rechazado por su gente, está colgado como un delincuente, entre otros delincuentes, como una imagen de la ínfima miseria, desamparo y dolor. Sin embargo, Él se parece a un comandante, que conquista las naciones, no con espada y armas, sino con la cruz, no para matarlas, sino para salvarlas. Porque de la cruz del Salvador se hará desde entonces una herramienta de la gloria de Dios, de la justicia y de la infinita misericordia (p. 150).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación XII
Jesús muere en la cruz

Nadie presenció ese acto de sacrificio con sentimientos y pensamientos tan maravillosos y adecuados, como la Madre de la Misericordia. Así como durante la Encarnación y la Natividad sustituía a toda la humanidad, adorando y amando ardientemente al Dios del universo, ante su muerte también adoraba el cuerpo inerte: lloraba la pérdida del Hijo, pero a la vez no se olvidaba de sus hijos adoptivos. Los representantes de ellos son San Juan Apóstol y el recién convertido criminal por el cual había intercedido. Toma también mi defensa, o Madre de Misericordia, acuérdate de mí, cuando en mi agonía, encomiende mi alma al Padre (p. 195).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Estación XIII
Jesús en los brazos de su Madre
Misericordiosísimo Salvador, ¿qué corazón resistirá la cautivadora, rompedora elocuencia con la que nos hablas con las innumerables heridas de Tu cuerpo muerto, reposante en el seno de Tu dolorosa Madre?... Cada acción Tuya hubiera bastado como propiciación de la justicia y la reparación de las ofensas. En cambio elegiste esa manera de redención para resaltar el gran valor de muestra alma y Tu inagotable misericordia. Para que incluso el mayor pecador pueda venir a Ti con confianza y contrición, y recibir perdón como lo recibió el criminal agonizante hace mucho tiempo (p. 208).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.

Misericordiosísimo Salvador, ¿qué corazón resistirá la cautivadora, rompedora elocuencia con la que nos hablas con las innumerables heridas de Tu cuerpo muerto, reposante en el seno de Tu dolorosa Madre?... Cada acción Tuya hubiera bastado como propiciación de la justicia y la reparación de las ofensas. En cambio elegiste esa manera de redención para resaltar el gran valor de muestra alma y Tu inagotable misericordia. Para que incluso el mayor pecador pueda venir a Ti con confianza y contrición, y recibir perdón como lo recibió el criminal agonizante hace mucho tiempo (p. 208).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.
Jesús puesto en el sepulcro
Madre de Misericordia, me adoptaste para que me hiciera hermano de Jesús, por el cual lloras tras ponerle en la tumba... No le hagas caso a mi debilidad, inestabilidad y dejadez, por las que lloro incesantemente, y a las que renuncio constantemente, pero acuérdate de la voluntad de Jesús que me había puesto bajo Tu protección. Cumple pues Tu misión en cuanto a mí, por desmerecedor que sea, dadme tantas gracias del Salvador como mi debilidad necesita. Sé para mí siempre la Madre de misericordia (p. 224).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.

Madre de Misericordia, me adoptaste para que me hiciera hermano de Jesús, por el cual lloras tras ponerle en la tumba... No le hagas caso a mi debilidad, inestabilidad y dejadez, por las que lloro incesantemente, y a las que renuncio constantemente, pero acuérdate de la voluntad de Jesús que me había puesto bajo Tu protección. Cumple pues Tu misión en cuanto a mí, por desmerecedor que sea, dadme tantas gracias del Salvador como mi debilidad necesita. Sé para mí siempre la Madre de misericordia (p. 224).
Señor, ayúdame a seguirte con confianza.