Novena a la Virgen de la Salud

INDICE


INTRODUCCION
DIA 1
DIA 2
DIA 3
DIA 4
DIA 5
DIA 6
DIA 7
DIA 8
DIA 9



INTRODUCCIÓN

“Hagan todo lo que él les diga”.

Esto es lo que nuestra Madre nos suplica a cada uno de nosotros.

Nuestra Madre querida está siempre atenta a las necesidades de sus hijos y no quiere que nadie viva en el dolor, en el pecado ni alejado de su hijo Jesús.

Su mirada se dirige siempre a quien más necesita su apoyo e intercesión. Es la gran medianera de la gracia de Dios. Entre muchos títulos, tiene uno especial: Salud de los Enfermos, madre de todos los que sufren.

En esta novena, la mirada materna de Nuestra Señora descansa sobre ustedes, hermanas y hermanos enfermos, para confortarlos, darles consuelo y devolverles la salud.

Así como caminó con Jesús hacia el Calvario, del mismo modo María camina con ustedes y les da fuerzas para que, en la fe, venzan todos los obstáculos que los alejan del seguimiento pleno de su hijo Jesús.

Ella los acompaña y ciertamente les indicará el mejor camino a seguir.

Esta novena está pensada para ustedes, hermanas y hermanos enfermos. Que nuestra Señor, Salud de los Enfermos, los cubra de bendición y de paz. Recuerden siempre: “Pídanle a la Madre, que es el Hijo el que atiende”·

Así pues, manos a la obra y el corazón puesto en Dios, por intercesión de nuestra Señora, Salud de los Enfermos.





PRIMER DÍA

0RACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.

INTRODUCCIÓN A LA PALABRA DE DIOS

Hoy es el primer día de esta novena dedicada a nuestra Señora, Madre y Salud de los Enfermos. Por eso pido al mismo Espíritu, que generó en su seno al Hijo de Dios, Jesucristo, que me conceda sabiduría para escuchar su palabra y ponerla en práctica.

PALABRA DE DIOS (JN. 2, 1-3,5)
Al tercer día hubo una boda en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús; y fue invitado Jesús, como también sus discípulos, a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús se dirigió a Él y le dijo: -No tienen vino… su madre dijo a los sirvientes: “Hagan todo lo que Él les diga”.

MEDITACIÓN
Ante este evangelio nos damos cuenta de la sensibilidad y preocupación de nuestra Madre. Sabe ver la necesidad de sus hijos, incluso en los momentos de fiesta y alegría.= Mucho más siente la necesidad de sus hijos que no pueden caminar porque están enfermos. Por ello, hermano, hermana enferma, en este momento difícil ella es la medianera ante su Hijo. No teman pedir, suplicar y, finalmente, cumplir la voluntad de Dios. Nuestro sufrimiento, angustia y dolor son poca cosa comparados con el amor, el cariño y el consuelo de nuestra madre querida. Pidámosle fuerzas para vencer el dolor. Dios te salve, María…

ORACIÓN

Padre querido y Dios de bondad, por intercesión de Nuestra Señora, Salud de los Enfermos, concédeme la gracia de vivir con paciencia este momento. Que sea ocasión para que crezca y madure mi fe, mi esperanza y mi amor. Ayúdame a vivir en tu presencia para que de ese modo complete en mí el sufrimiento de Cristo. Amén.

CONSAGRACIÓN

Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.

BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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SEGUNDO DÍA

ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.

INTRODUCCIÓN A LA PALABRA DE DIOS

= Nuestra novena continúa y ahora es el momento de escuchar la palabra de su Hijo Jesús. Por eso pedimos a nuestra Madre que nos enseñe a escuchar su palabra y vivirla en nuestra vida. Que el Espíritu Santo nos dé la sabiduría y la fortaleza para ser fieles a su palabra.

PALABRA DE DIOS (MT. 11, 2-5)
Juan Bautista, que estaba en la cárcel, se enteró de las obras que Jesús hacía y mandó a sus discípulos a preguntarle: ¿Eres tú el que ha de venir, o tenemos que esperar a otro? Jesús les contestó: Vayan y cuéntenle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan sanos, los sordos oyen, los muertos resucitan, y una buena nueva llega a los pobres.

MEDITACIÓN
¡Qué felicidad poder sentir en nuestro interior el gran amor de nuestra Madre por su hijo Jesús! Aquel que cargó en su seno purísimo, camina ahora por el mundo dando vida en abundancia a quienes la necesitan. Por eso, hermana o hermano que sufres, recuerda las palabras de Jesús y pídele la bendición y protección de la madre, Nuestra Señora, para que ruegue por nosotros en nuestras enfermedades. Dios te salve…

ORACIÓN

Oh Madre querida, Señora de la Salud, aquí estoy postrado a tus pies pidiendo tu intercesión ante tu hijo Jesús, para que, por mi fe y su amor, se cumpla la voluntad de Dios en mí, y todo lo que ocurra sea para alabanza y gloria del Padre, en la presencia del Espíritu Santo. Amén.

- Por la perseverancia en la fe, Dios te salve…

- - Lleno de fe y confianza, me pongo enteramente en tus manos y me consagro a nuestra Madre.

CONSAGRACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.

BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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TERCER DÍA

ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.

INTRODUCCIÓN A LA PALABRA

Oh Espíritu de amor, que= generaste a Jesús en el seno María, dame sabiduría para escuchar la palabra que Dios quiere decirme, y consérvala en mi vida.

PALABRA DE DIOS (MC. 1,= 29-31)
Cuando la gente salió de la Casa de Oración, Jesús se vino a la casa de Simón y Andrés, con Santiago y Juan. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, por lo que, muy luego, le hablaron de ella. Jesús se acercó y la levantó, tomándola de la mano. Se le quitó la fiebre, y luego se puso a atenderlos.

MEDITACIÓN

La enfermedad trae consigo muchas consecuencias. La principal es la sensación de inutilidad, de no servir para nada. En ese evangelio nos damos cuenta de que la gran misión de Jesús es amar a quienes tienen fe, pero también, al mismo tiempo, encomendarles una misión. Todo encuentro de Jesús con los necesitados conlleva siempre una nueva oportunidad para servir. Por lo tanto, a través de la fe de quien pide, lo llama al servicio. De lo contrario no tiene sentido la vida nueva. También el que sigue a Jesús está llamado a interceder, a pedir por los necesitados. Nadie debe cruzarse de brazos. No lo hicieron los apóstoles y menos nuestra Madre. Supliquémosle a ella que pida a Dios por nuestra salud y que nosotros sirvamos para que el Reino de Dios se haga presente en la comunión y en la vida de cada uno de nosotros. Madre nuestra, ruega al padre por nuestra salud.

ORACIÓN

Señora y Madre nuestr= a, Salud de los Enfermos, en tus manos maternales entrego mi vida y mi enfermedad. Por tu bondad y misericordia lleva esta súplica ante el Padre, para que, de nuevo, ya con salud, pueda servir a mis hermanos. Quita de mi corazón la enfermedad y todo lo que me desanime para seguir a Dios y vivir en su servicio.

- Por la perseverancia en la fe, Dios te salve, María…

- Oh madre querida, confiamos en tu amor y, mientras buscamos seguir tu ejemplo, en tus manos ponemos nuestra vida.


CONSAGRACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.


BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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CUARTO DÍA

ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.

INTRODUCCIÓN A LA PALABRA
Espíritu Santo, llena mi corazón y mi vida, para que, con María, Salud de los Enfermos, pueda escuchar entender y vivir la buena noticia de Jesús.


PALABRA DE DIOS (LC. 5, 23-25)
¿Qué es más fácil decir: Tus pecados te son perdonados, o: Levántate y anda? Sepan, pues, que el Hijo del Hombre tiene poder para perdonar los pecados. Entonces dijo al paralítico: Te lo ordeno, levántate, toma tu camilla y vuelve a tu casa. Y en el mismo instante se levantó el hombre a la vista de todos, tomó la camilla y se fue dando gloria a Dios.


MEDITACIÓN

Dios, en su infinita misericordia, tiene el poder de curar todo tipo de enfermedades: las del cuerpo y las del alma. Por eso Jesús, Dios encarnado, nos llama constantemente= la atención, nos susurra el oído y nos invita a caminar siempre, a nunca quedarnos con los brazos cruzados y a alabarlo por la vida que tenemos, para no desanimarnos ante los obstáculos de nuestra vida diaria, sobre todo cuando nos sentimos débiles y enfermos ante el mundo y las personas. Pidamos a nuestra Madre, Salud de los Enfermos, fuerzas para levantarnos y para que nos acompañe en nuestro lecho de dolor. Dios te salve, María…


ORACIÓN

Madre querida, salud de los Enfermos, con frecuencia buscamos en nuestra vida las cosas más fáciles y cómodas. Te pedimos que no permitas que nos desanimemos ni nos sentemos en nuestra cruz para que otros la carguen.

Enséñanos a escuchar a tu Hijo, que nos invita a levantarnos y a seguirlo, para ser testigos de su amor y de su vida. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

- Dios te salve, María…
-
CONSAGRACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.


BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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QUINTO DÍA

ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.

INTRODUCCIÓN A LA PALABRA

Sigo suplicando a la Madre= que no me desampare ahora. Que me acoja en su corazón materno. Que el Espíritu Santo venga en este instante en que voy a escuchar la palabra de Dios y que su sabiduría infinita anime mi vida y no me deje sucumbir.


PALABRA DE DIOS (MC. 9, 20-22)
Mientras iba por el camino, una mujer que padecía desde hacía doce años de una hemorragia, se acercó por detrás y tocó el fleco de su manto. Pues ella pensaba: Con solo tocar su manto sanaré. Jesús se dio vuelta y dijo: Ánimo, hija, tu fe te ha salvado. Y la mujer quedó sana en ese mismo momento.

MEDITACIÓN
“Tu fe te ha salvado” Cuántas veces hemos escuchado estas palabras! Cuántas veces hemos sentido esta realidad en nuestras vidas! Pero también cuántas veces nos desesperamos ante los obstáculos que encontramos en nuestra vida. Negamos a Dios y no confiamos en su palabra. Para el que cree todo es posible; para dios nada es imposible. A pesar de la enfermedad, de los fracasos, tratemos de buscar y tocar el manto, o mejor, el corazón de Jesús para logar la curación. La Eucaristía y los demás sacramentos son los medios que tenemos a nuestro alcance para tocar a Jesús y sentir su mirada llena de cariño y sus palabras de vida: “Ánimo, hijo, hija, tu fe te ha salvado”. Nuestra Madre siempre confió en el amor y la vida de Dios. Por ello aceptó ser la madre de nuestra Salvación. A los pies de la cruz nos la dio Jesús como madre. Llenos de confianza, pidámosle por nuestra fe. Dios te salve, María…


ORACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, aquí estoy a tus pies y suplicante te pido que lleves ante Dios mi vida para que cada día acepte en mí su voluntad y de ese modo tu hijo Jesús vea con amor mi corazón y diga: “Vete en paz, tu fe te ha curado”.

- Madre quiero estar siempre cerca de tu corazón y vivir tu vida. Dios te salve, María…

- Ayúdame a servir y a crecer en la fe. Pongo en tus manos mi vida y la consagro de todo corazón.

CONSAGRACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.


BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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SEXTO DÍA

ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.

INTRODUCCIÓN A LA PALABRA
Los días van pasando y sigo pidiendo la salud y la vida, y en este instante pido especialmente sabiduría para escuchar, aprender y vivir en la gracia de Dios haciendo su voluntad.


PALABRA DE DIOS (LC. 17, 12-19)
Al entrar en un pueblo, diez hombres leprosos le salieron al encuentro. Se quedaron a cierta distancia y gritaron: Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros.

Jesús les dijo: “Vayan a presentarse a los sacerdotes”. Mientras iban, quedaron sanos. Uno de ellos, al verse sano, volvió de inmediato. Llegó alabando a Dios en alta voz y echándose a los pies de Jesús, con el rostro en tierra, le daba gracias. Éste era samaritano. Jesús entonces preguntó: “¿No sanaron los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿El único que ha vuelto a alabar a Dios es este extranjero?” Enseguida dijo al hombre: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado”.

MEDITACIÓN

Hermano, hermana enfermos, qué bueno es sentir en nuestros corazones la gracia de Dios, la llama de una vida nueva. Pero no podemos perder de vista que, para alcanzar la gracia de Dios, tenemos que salir al encuentro de Jesús, caminar en la fe y pedir sin cesar, siempre, sin cansarnos. Pero también hay que agradecer después de sanar o de haber recibido la gracia. Veamos el evangelio, ¿acaso no fueron todos curados? Jesús afirma que sí. Pero ¿por qué uno solo regresó para dar gracias y los otros ni aparecieron? Así actuamos nosotros muchas veces. Recibimos muchas cosas y ni siquiera nos damos cuenta. Sólo cuando nos llega el agua al cuello nos acordamos de dios. Vamos a partir de hoy a cambiar nuestra manera de ser. Insistamos en la súplica para que por nuestra perseverancia y por la intercesión de nuestra Madre Jesús pueda decirnos: “Levántate y vete; tu fe te ha salvado”. Dios te salve, María…


ORACIÓN

Dios de amor y de bondad, que quieres siempre la salud y la vida para tus hijos, concede a nuestros hermanos enfermos que recuperen la vida en abundancia y puedan alabarte siempre, glorificarte y darte gracias por todo lo que reciben por la intercesión de nuestra Madre, Salud de los Enfermos. Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo, nuestro hermano, a través del Espíritu Santo. Amén.

- Por la perseverancia en la fe, Dios te salve, María…
- Madre de la gracia, enséñanos a vivir como tu hijo Jesús. Me consagro a ti para vivir su vida.


CONSAGRACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.


BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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SÉPTIMO DÍA

ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.

INTRODUCCIÓN A LA PALABRA

Queremos que despunte un nuevo día, en una sociedad justa y sin dolor. Por ello, por tu intercesión y por el Espíritu Santo, nos atrevemos a pedir sabiduría, para ver la vida con los ojos de Dios. Al escuchar la palabra de Dios, queremos que él toque nuestro corazón y nos ayude a vivirla.

PALABRA DE DIOS (Mt. 20, 29-34)

Al salir ellos de Jericó los iba siguiendo una multitud de gente. Dos cielos estaban sentados a la orilla del camino y, cuando estaban sentados a la orilla del camino y, cuando oyeron que pasaba Jesús, comenzaron a gritar: “Señor, hijo de David, ten piedad de nosotros”. La gente les decía: “Cállense”. Ellos, por el contrario, gritaban más fuerte: “Señor, hijo de David, ten compasión de nosotros”. Jesús se detuvo y les preguntó: “¿Qué quieren que yo haga por ustedes?” Ellos dijeron: “Señor, que se abran nuestros ojos”. Jesús tuvo compasión y les tocó los ojos. Al momento recobraron la vista y siguieron a Jesús.

MEDITACIÓN

Jesús pasa por la tierra haciendo el bien, curando enfermos, trayendo esperanza para todos. Los ciegos, sentados a la vera del camino, son para nosotros los pobres, los marginados, los enfermos, los abandonados al margen de la sociedad, los considerados inútiles. Cuántas veces estas personas se resignan y dicen: “Es la voluntad de Dios”. De ningún modo; Dios no quiere nada de esto. Dios quiere la vida, la paz, el amor, la salud para todos sus hijos. Tú, que estás enfermo en estos momentos, has de saber que Jesús está pasando en cada instante delante de ti. No te resignes, aunque haya quienes quieran hacerte callar la boca; ten fe, pide, exige, grita, no te quedes quieto. Jesús se compadece siempre, y con la intercesión de su madre, jamás dejará de escuchar tu súplica. Una vez curado tienes una misión: seguir a Jesús y ser testigo de tu fe con tu vida. Que la madre de Jesús, Salud de los Enfermos, nos muestre a su hijo y nos conceda la salud. Dios te salve, María…


ORACIÓN
Oh Padre querido, por la intercesión de Nuestra Señora, Salud de los Enfermos, te pido desde el fondo de mi corazón que no permitas que me resigne y me quede a la vera del camino. Enséñame a luchar contra el mal, el pecado, la enfer= medad y a ver tu presencia en todos mis hermanos. Que podamos seguir siempre tus pasos en el amor y en la vida. Por Cristo, tu Hijo y nuestro hermano, a través del Espíritu Santo.

- Madre de la perseverancia, que jamás me desanime. Dios te salve, María…

CONSAGRACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.


BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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OCTAVO DÍA

ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.


INTRODUCCIÓN A LA PALABRA

La vida de su madre fue siempre glorificar a Dios. Nosotros queremos seguir su ejemplo, incluso en este momento de dolor. Que al escuchar la palabra de Dios en el Evangelio, nos animemos y vivamos las enseñanzas de Jesús en todas nuestras acciones. Espíritu Santo, danos tu sabiduría y llénanos de amor y de fe.

PALABRA DE DIOS (LC. 7, 6-7. 9-10)
Jesús se puso en camino con ellos, y no andaban muy lejos de la casa, cuando el centurión mandó a unos amigos para que le dijeran: “Señor, no te molestes más,= porque soy bien poca cosa para que entres en mi casa; por eso, ni me atreví a ir donde ti. Pero di una palabra solamente y mi sirviente sanará. Al oír estas palabras el sirviente quedó admirado, y, volviéndose hacia el pueblo que lo seguía, dijo: “Les declaro que ni siquiera en Israel los empleados volvieron, encontraron al servidor en perfecta salud.


MEDITACIÓN

“Señor, di una palabra y mi sirviente sanará”. Cuánta fe, cuánto amor en el corazón de este soldado que es capaz de olvidarse de sus obligaciones para cuidar a su siervo enfermo. Si los hombres son así, imagínense a Dios con sus hijos, a la Madre con nosotros. Como somos felices, no valoramos la felicidad. El Evangelio de hoy nos invita a perseverar en la fe, pero también nos llama a vivir la humildad. He conocido a muchas personas que me han llamado para que las atienda en el lecho del dolor, y al llegar a sus casas he quedado consolado y avergonzado, y hasta he pedido perdón por tener una fe tan pequeña. ¿Cuántas lecciones nos reserva la vida! Hermanos y hermanas enfermos, ustedes son ejemplos de fe, confianza y amor. Tanta fe no puede quedar oculta sin dejar de ser recomensada. Pidamos a nuestra Señora, Salud de los Enfermos y Consoladora de los afligidos, la paz, la salud y a Dios. Dios te salve, María…


ORACIÓN

Padre querido, sabemos que no somos dignos de que entres en nuestra morada, pero basta una sola palabra tuya y tendremos vida en nosotros. Eres todo bondad y misericordia, y tu presencia paterna acaricia nuestro corazón filial. Por eso hoy, que me encuentro enfermo, te pido por la intercesión de nuestra Madre, que me concedas la salud o me des la fuerza de vivirla con paciencia y amor.

- Por la perseverancia en la fe. Dios te salve, María…

CONSAGRACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.


BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

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NOVENO DÍA
ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.


INTRODUCCIÓN A LA PALABRA

Hoy es el último día de mi novena. Me siento feliz por haber llegado hasta aquí. Por eso pido que tu bendición y la luz del Espíritu Santo invadan mi vida. Oh Jesús, que tu sabiduría infinita toque mi corazón para escuchar y poner en práctica tu evangelio.


PALABRA DE DIOS (JN. 11,24B-44)

“Señor, ven a ver”. Y Jesús lloró. Los judíos decían: “Miren cuánto lo quería!”. Otros decían: “Si pudo abrir los ojos al ciego, bien podría hab= er hecho algo para que Lázaro no muriera”. Jesús, conmovido de nuevo interiormente, se acercó al sepulcro, que era una cueva tapada con una piedra, y ordenó: “Saquen la piedra”. Marta, hermana del muerto, le dijo: “Señor, tiene mal olor, pues hace cuatro días que murió”. Jesús le respondió: “¿No te he dicho que, si crees, vas a ver la gloria de Dios? Quitaron, pues, la piedra. Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: “Te doy gracias, Padre, porque has escuchado mi oración. Yo sé que siempre me oyes. Pero hablé por los que están aquí, para que crean que tú me has enviado”. Al decir esto, gritó muy fuerte: “Lázaro, sal fuera”. Y salió el muerto. Tenía los pies vendados y la cabeza cubierta con un velo, por lo que Jesús dijo: “Desátenlo y déjenlo caminar”.


MEDITACIÓN

Jesús, al llegar al final de esta novena, qué consuelo al escuchar y meditar este fragmento del Evangelio. Qué jalón de orejas para cada uno. Nuestra fe está a ras de tierra. Cuántas veces hemos desconfiado y caído bajo el peso de la cruz olvidándonos de que nuestro dolor o enfermedad eran para manifestar su gloria al mundo. Ahora percibimos su presencia siempre real en nosotros y que no quiere el dolor y el mal en el mundo. Así como se conmovió y lloró por su amigo Lázaro, del mismo modo se conmovió y lloró por nosotros. ¡Qué grande es su amor!

Damos gracias a nuestra Madre, Salud de los Enfermos, porque está con nosotros y porque nos ha enseñado la virtud de la paciencia. Ahora sabemos que todo tiene su hora y que la nuestra llegó. Ya no estamos cansados y ningún obstáculo puede impedirnos vivir y sentir su presencia en nuestros corazones. Gracias, Jesús, por tu amor. Gracias, Madre querida, por enseñarnos a perseverar en la fe y en la búsqueda de la vida. Vemos y sentimos la gloria del Padre. Dios sea alabado. Dios te salve, María…


ORACIÓN
Padre querido y Dios de todo consuelo. Al final de esta novena te pedimos que nos acojas en tu corazón y nos ayudes a glorificarte siempre por los dones y la gracia que recibimos cada día, por medio de nuestra Madre, Salud de los Enfermos, y por Jesús, tu Hijo y nuestro hermano, en la unidad del Espíritu Santo. Amén.

- Por la perseverancia en la fe, Dios te salve, María…

- Por las gracias recibidas y por la salud de los enfermos… Dios te salve, reina y madre…

- Hoy, madre querida, me entrego a ti de todo corazón.

ORACIÓN INICIAL
- En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
- Por el consuelo de todos nuestros hermanos enfermos. Dios te salve, María…

Madre querida, estoy ante ti lleno de fe y confianza para pedirte la salud. Sé que siempre escuchas a tus hijos y les das fuerzas para el camino. Escucha mi súplica si es que lo merezco.

Sé que mi dolor y sufrimiento no son casi nada ante lo que tu Hijo sufrió por mi amor y por la humanidad. Su pasión y muerte son para nosotros certeza de vida nueva.

Socórreme hoy y siempre así como a todos los hermanos enfermos. Amén.

CONSAGRACIÓN
Madre querida, Salud de los Enfermos, que con amor caminaste con Jesús, tu hijo, hacia el Calvario. Me consagro a ti en este instante en que me encuentro enfermo, sin salud, pero con fe y confianza. Mi dolor y sufrimiento son pequeños ante la cruz de tu Hijo y mi Señor Jesucristo. En tus manos maternas pongo mi enfermedad y mi dolor. En tu corazón pongo mi corazón para que esté siempre en paz y en el amor. En tu silencio pongo mi silencio que dedico a la conversión de los pecadores. En tu vida pongo mi vida.

Que mi fe no desfallezca y pueda recuperar de nuevo la salud para mejor servir a Dios y amar a mis hermanos.

¡Oh Señora y madre mía, soy todo tuyo! Enséñame a ser paciente y a vencer todos los obstáculos para ser feliz y llevar a todos la felicidad. Dame tu bendición. Amén.


BENDICIÓN FINAL
Por intercesión de nuestra Señora, Consuelo de los afligidos y salud de los enfermos, bendícenos, Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.




Autor: P. Pereira C.Ss.R.

Editora Santuario, Aparecida, S.P. 2000

Con las debidas licencias
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