Lectura, San Lucas 2: 25-32
En aquel tiempo vivía en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón. Era un hombre justo y piadoso, que esperaba la restauración de Israel. El Espíritu Santo estaba con Simeón, y le había hecho saber que no moriría sin ver antes el Mesías, a quien el Señor enviaría. Guiado por el Espíritu Santo, Simeón fue al templo; y cuando los padres del niño Jesús lo llevaron también al él, para cumplir con lo que la ley ordenaba, Simeón lo tomó en brazos y alabó a Dios, diciendo:
"Ahora, Señor,
tu promesa está cumplida:
puedes dejar que tu siervo muera en paz.
Porque ya he visto la salvación
que has comenzado a realizar
a la vista de todos los pueblos,
la luz que alumbrará a las naciones
y que será la gloria de tu pueblo Israel."
Virtud.- Sacrificio.
Práctica.- Haced hoy a Dios el sacrificio que más le pueda ser acepto, y mortificad vuestra pasión dominante. Por lo tanto, por amor a este sacrificio, ofrecido por María, mortificaos en todas aquellas cosas que más fácilmente os hacen caer en alguna falta; o bien, esforzaos en hacer todo aquello que más os repugne; así al amor propio como a la naturaleza.
Jaculatoria.- Oh María, fuente de dulzura, asistidme en mi última agonía.
Recordatorio.- Sor María Romero Meneses: Las pasiones, tristezas, facilidades de cometer los pecados veniales, negligencias en los deberes, e insensibilidad a las inspiraciones, son los obstáculos a la perfección. ( F XII 87 ).
ORACIÓN
Oh María, modelo perfecto de obediencia y sacrificio, medianera entre Dios y los hombres por quienes ofreciste al Eterno Padre tu divino Hijo Jesús, pon sobre mi corazón a este tu Hijo para que junto contigo, oh María! te haga el sacrificio de todas mis pasiones y de mí mismo.
ORACIÓN
( Se dirá todos los sábados antes de la Comunión ).
Oh Salvador mío y Dios mío, por tu nacimiento, pasión y muerte y por tu gloriosa resurrección, concédeme estas gracias ( se piden ).
Te las pido por el amor de este misterio en honor del cual recibiré tu Carne y Sangre divina. Te las pido por tu Corazón Sacratísimo, por tu Santísima Madre Inmaculada, por tu Santísimo Nombre, oh Jesús, mío, por el que has prometido toda suerte de gracias.
ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Oh Reina, gloriosa del Santísimo Rosario, Hija del Eterno Padre, Madre del Divino Hijo y Esposa del Espíritu Santo, por tus goces y dolores, por tus glorias y por los méritos de este misterio en honor del cual ahora me acerco a la Santa Mesa, te pido con toda mi alma me concedas estas gracias, Angel de mi guarda, acompáñame y sugiéreme los afectos más santos, más humildes y más puros que me sean posibles.
( Después de la Comunión se dirá la misma oración que se dijo antes de comulgar, a Nuestro Señor y a la Virgen cambiando la frase de petición en esta forma ).
Te las pido por el amor de este misterio en honor del cual me he acercado a la Santa Mesa.
ORACIÓN A SAN JOSÉOh Padre Augusto de Jesús y Padre nuestro San José, a quién el Eterno Padre confió su querido Hijo, el Espíritu Santo; su castísima Esposa; y la Madre Virgen, todos los tesoros de su virginidad. Tú que tanto puedes con el Corazón de Jesús y el de María, tienes que concederme estas gracias que tanto deseo.
ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO
Heme aquí, mi amado y buen Jesús, que postrado en vuestra santísima presencia, os ruego con el fervor más vivo que imprimáis en mi corazón los sentimientos de Fe, de Esperanza, de Caridad, de dolor de mis pecados y de propósito de no ofenderos más; mientras yo con todo el amor y con toda la compasión considero vuestras cinco llagas, comenzando de lo que de Vos, oh Dios mío, dijo el Santo Profeta David: Traspasaron mis manos y pies y contaron todos mis huesos.
( Según la intención del Sumo Pontífice y para ganar la indulgencia plenaria: Padre Nuestro..., Dios te Salve María..., Gloria...).
( Contemplando una imagen de Jesús Crucificado ).